Depresiones, productividad y acción gubernamental

En el libro publicado en 2007 por la Reserva Federal de Minneapolis, Great Depressions of the Twentieth Century, se presenta una serie de estudios llevados a cabos por diferentes economistas sobre las grandes depresiones en América del Norte, Europa Occidental, América Latina y Japón. La edición del estudio corrió a cargo de Timothy J. Kehoe y Edward C. Prescott. La idea central de este estudio comparativo es que la reducción de la productividad juega un papel importante a la hora de explicar la depresión. Tanto en la depresión que sufrió Estados Unidos a partir de 1929 como la sufrida, en los años ochenta, por los países latinoamericanos, las caídas del producto siempre se encuentran acompañadas por disminuciones importantes de la productividad.

Para los autores, la reducción productividad está detrás de las depresiones. Pero el factor fundamental, en su opinión, corresponde a las malas políticas gubernamentales. Su hipótesis es que, en tanto que una multiplicidad de choques puede conducir a una economía a las habituales fluctuaciones cíclicas, corresponde a la excesiva reacción del gobierno la transformación de los movimientos cíclicos en prolongadas y profundas depresiones.

Durante buena parte de la fase de expansión económica reciente, la economía española se ha caracterizado por un peor comportamiento de la productividad que los Estados Unidos o los restantes grandes países europeos. Los factores determinantes de este mal comportamiento hispánico se encuentran en diferentes frentes. Por una parte, el propio perfil sectorial del crecimiento permite explicar una parte de la baja productividad española. La expansión económica ha sido alimentada por el auge de la actividad inmobiliaria. Una actividad que intrínsecamente no tiene porque se de baja productividad, pero sí que lo es en el caso español. Además, por un lado, el movimiento migratorio al aumentar la oferta de trabajo ha contribuido a mantener los salarios comparativamente bajos y, por otro, los procesos especulativos ha disparado el precio del activo; y, ambos conjuntamente ha eliminado cualquier incentivo para aumentar la eficiencia, la calidad y la productividad de la producción de inmuebles.

En segundo lugar, los bajos niveles de dotación de capital por trabajador, especialmente de capital tecnológicamente avanzado y el bajo esfuerzo de I&D de las empresas y de la economía española permiten también explicar el mal comportamiento de la productividad española. Hay que tener presente que buena parte de la inversión llevada a cabo en la economía española durante los últimos años se corresponde a la vivienda, otras construcciones y medio de transporte. En cambio, la inversión en maquinaria o en TIC tiene un escaso peso.

En tercer lugar, se encuentra el capital humano. Es cierto que nunca la sociedad española tuvo tantos estudiantes y titulados universitarios como ahora. Sin embargo, buena parte de éstos están desempeñando trabajo diferentes para los que se formaron, o simplemente sus puestos de trabajo actuales –por diferentes razones- no les permiten desarrollar toda sus capacidades productiva. Pero también debe tenerse en cuenta que la formación no es sinónimo de estudios universitarios. Existen amplias capas de trabajadores cuyos niveles formativos son muy inferiores a los necesarios. Y, por último, es necesario también destacar que imperativo introducir ciertos cambios en los modelos pedagógicos que otorguen una mayor relevancia al saber hacer frente al actual predominio de la acumulación de conocimientos.

Existen otras razones que están detrás del mal comportamiento de la productividad en España (como por ejemplo, la existencia de problemas de medida del output). No obstante, si fuese posible abordar correctamente los tres citados, estoy convencido que se lograrían avances muy significativos.

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