Inteligencia y demencia

La demencia: entre factores genéticos y ambientales

La demencia es un trastorno que afecta, en la actualidad, a más de 35 millones de personas. Se estima que en 2050 habrá más de 100 millones de personas que presenten el trastorno. La demencia se caracteriza por un deterioro cognitivo adquirido, con una gravedad que afecta al funcionamiento social y profesional del enfermo. El tipo más común de demencia es la enfermedad de Alzheimer. El impacto de la demencia transciende a la salud y al bienestar del paciente, para incidir en el bienestar de la familia y del cuidador, además del importante coste social y económico.

La demencia se caracteriza por un desarrollo patológico previo a los primeros síntomas y deficiencias de varios años antes. Identificar los factores que intervienen en ese desarrollo permitiría reducir de forma eficaz la cargar de la demencia en los años posteriores. Para ello, sería necesario realizar esfuerzos en prevención.

El riesgo de sufrir demencia se asocia tanto a factores genéticos como ambientales. Mientras los primeros no son modificables o no lo son fácilmente, sí que es posible intervenir en los segundos. No obstante, se considera que la intervención de los factores no se dirige a la manifestación o no del trastorno, sino al momento en que esté se expresará.

Entre los factores modificables, no genéticos, vinculados sistemáticamente al riesgo de sufrir demencia y que intervienen en etapas medias de la vida, se pueden citar (de modo no exhaustivo) (Hughes & Ganguli, 2010):

  • las enfermedades vasculares,
  • la dieta,
  • el ejercicio y
  • la actividad mental.

Centrándonos en la actividad mental. Una expresión de la relación de la misma y la demencia, no la ofrece la hipótesis de la reserva cerebral o cognitiva.

La reserva cerebral

La hipótesis de la capacidad de reserva cerebral fue introducida hace casi 20 años con el propósito de explicar la observación de una ausencia de correlación fuerte entre la enfermedad de Alzheimer y sus síntomas clínicos. La inteligencia o la experiencia de la vida pueden proporcionar la reserva en la forma de habilidades que permiten que algunas personas atenúen los síntomas de la degeneración neuronal mejor que otras. Los estudios epidemiológicos, clínicos y neuropatológicos sugieren que la educación es un importante factor de tal experiencia. Se ha mostrado, por ejemplo, que la asociación entre la enfermedad y sus síntomas cognoscitivos se ve atenuada por el número de años de educación. Los estudios de imaginería también proporcionan la evidencia para la hipótesis de la capacidad de reserva cerebral. Al considerar el reducido flujo cerebral de la sangre y la tasa de utilización cerebral de glucosa (rCGMglc) como marcadores indirectos de la enfermedad de Alzheimer, pacientes con más años de enseñanza tienen un fuerte déficit en las regiones afectadas típicamente por la patología.

En esencia, la hipótesis de la reserva cerebral asume que tanto la inteligencia innata como las experiencias de la vida (educación, actividades, etc.) pueden proporcionar una reserva en la forma de habilidades cognitivas que permiten a algunas personas tolerar mejor que a otras los cambios patológicos del cerebro.

Inteligencia y demencia

Algunos autores, como Dennis y colaboradores (2000), entienden que la reserva cerebral se refiere al tejido del SNC disponible para el cambio adaptativo, o la plasticidad en respuesta a los eventos normales y anormales ocurridos durante toda la vida. Mientras que la reserva cognitiva se relaciona con la inteligencia, la cual se usa para definir la capacidad adaptativa, la eficiencia y la flexibilidad en la resolución de problemas a través de varios dominios, presentándose desde la educación y la experiencia. La reserva cerebral y la cognitiva interactúan entre ellas, por ejemplo, una mayor reserva cognitiva, entendida como las estrategias y habilidades conseguidas gracias a un alto nivel educativo y ocupacional, hace tener un mayor número de neuronas y densidad sináptica (véase Rodríguez Alvarez y Sánchez Rodríguez).

Existen dos estudios que se han centrado en el análisis prospectivo del papel desempeñado por las actividades cognitivas en la edad media sobre el riesgo de sufrir demencia en el caso de la enfermedad de Alzheimer (Crowe et al., 2003; Carlson et al., 2008). Ambos estudios incluyen un análisis doble con el propósito de someter a control el papel de la genética y del entorno no controlado de las primeras etapas de la vida. En ambos casos, se sugiere que una mayor participación en actividades cognitivamente estimulantes se asocia a una disminución del riesgo de sufrir demencia y de padecer la enfermedad de Alzheimer en las mujeres.

Participar en actividades mentalmente estimulantes puede considerarse como la estrategia más directa para aumentar la reserva cerebral mediante la inducción de neurogénesis y sinaptogénesis, el aumento de la reactividad sináptica del hipocampo, la mejora de la vascularización cerebral, la disminución del depósito de Aβ en el cerebro, la reorganización de redes neurocognitivas, la atenuación de las reacciones adversas de las hormonas del estrés en el cerebro y la modificación de la asociación entre la densidad de las lesiones de la sustancia blanca, que refleja microangiopatía, y el rendimiento cognitivo (Hughes & Ganguli, 2010).

Aunque los resultados de los estudios son prometedores, se carece de datos suficientes para establecer una lista específica que incluya las actividades cognitivas particulares a realizar, su frecuencia, su dosificación y su duración, de modo que se puede ofrecer protección suficiente contra la demencia.

 

Hasta luego y buena suerte.

 

 

Referencias

  • Hughes T, Ganguli M. Factores de riesgo de demencia en la vejez modificables en las etapas medias de la vida. Rev Neurol 2010; 51: 259-62.
  • Rodríguez Álvarez M, Sánchez Rodríguez JL. Reserva cognitiva y demencia, Anales de psicología, 2004; 20(2): 175-186.
  • Crowe M, Andel R, Pedersen NL, Johansson B, Gatz M. Does participation in leisure activities lead to reduced risk of Alzheimers disease? A prospective study of Swedish twins. J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci 2003; 58B: 249-55.
  • Carlson MC, Helms MJ, Steffens DC, Burke JR, Potter GG, Plassman BL. Midlife activity predicts risk of dementia in older male twin pairs. Alzheimers Dement 2008; 4: 324-31.

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