Motivación, motivos y sus explicaciones (2)

junio 12th, 2010

Sage (1977) definió la motivación como el proceso que determina el origen, la dirección y la persistencia de una determinada conducta. La motivación puede también definirse como un proceso interno que activa, dirige y mantiene la conducta hacia un objetivo por lo que dicho proceso conduce a las personas a dirigir sus esfuerzos a alcanzar una meta. Dicha dirección se acompaña de un grado de intensidad determinado para su consecución (Cashmore, 2002).

Por ejemplo, en psicología del deporte, la motivación se define como «el factor disposicional que depende de ciertas características del sujeto, como su condición (física y psíquica) actual o su biografía (gustos, preferencias, etc.), así como de objetos o eventos a los que tiende a acercarse o a alejarse(…), que aumentan o disminuyen en cada momento el valor motivacional, así como de las relaciones -actuales e históricas- de ese individuo con sus motivos particulares» (Dosil y Caracuel, 2003, pp. 176). Esta definición supone diferenciar entre motivación y motivos.

Los motivos serán las causas o razones específicas de las personas que explican el inicio, cambio o detención de una conducta así como el grado de intensidad de la misma. La motivación hará referencia a los procesos psicológicos básicos que explican, precisamente, porque los diferentes motivos actúan diferencialmente en los comportamientos motivados; es decir, por qué y cómo los motivos nos motivan (Cantón, 1999a).

Las teorías motivacionales que realizan una explicación motivacional centrada en actividad tales como el deporte son fundamentalmente cuatro:

  • la teoría de la motivación de logro,
  • la teoría de la motivación intrínseca-extrínseca,
  • la teoría atribucional y
  • la teoría de la autoeficacia.

La motivación de logro

Desde el enfoque de la teoría de la Motivación de Logro (Atkinson, 1957, McClelland, 1961), la motivación depende de cómo se combinen los componentes motivacionales. Entre los componentes de la motivación encontraremos

  • los factores personales o de personalidad,
  • los factores situacionales y
  • la interacción de los mismos (Dosil, 2004; Weinberg y Gould, 1996).

Con respecto a los factores personales, las personas tienen fundamentalmente una de las dos orientaciones de logro: alcanzar el éxito o evitar el fracaso. Alcanzar el éxito se correspondería con la capacidad de sentir orgullo o satisfacción al realizar una actividad. Por otra parte, evitar el fracaso se relacionaría con la capacidad de sentir vergüenza como consecuencia del fracaso. Nuestra conducta, según esta teoría motivacional, estará influida por el equilibrio entre ambos motivos.

Ilustración 1.- Factores personales de la motivación

El segundo componente de esta aproximación teórica está constituido por los factores situacionales que incluyen la probabilidad de éxito en la situación o en la tarea: dependerá de quién sea el adversario, de la dificultad de la tarea y el valor del incentivo, entendido éste como el valor que la persona le otorga.

El tercer componente incluye las tendencias resultantes de la interacción, las cuales se manifestarían en la búsqueda de éxito o la evitación del fracaso, con sus consiguientes reacciones emocionales de orgullo por ganar o vergüenza por perder.

La conducta de logro será el resultado de la interacción de los diferentes componentes y en función de la combinación de éstos, el individuo preferirá realizar un tipo de tareas u otras, con mayor o menor grado de riesgo (Atkinson, 1957, McClelland, 1961).

La motivación intrínseca y la motivación extrínseca

Según la teoría de la Motivación Intrínseca-Extrínseca (Deci y Ryan, 1985), las personas con una motivación interna presentan una alta curiosidad, combinada con una clara tendencia a explorar el entorno y emprenden las actividades sin necesidad de recibir gratificaciones externas. Por el contrario, las personas con motivación extrínseca pueden requerir la presencia de recompensas externas para continuar con su actividad. Así, las recompensas cumplen las funciones bien de control o bien la función informativa.

(Sobre la motivación intrínseca y extrínseca, véase la entrada «Aprendizaje, motivación y estrategias de estudios«).

La teoría atribucional

La Teoría de la Atribución (Heider, 1958; Weiner, 1972) considera que los individuos interpretan su conducta y valoran los resultados de las mismas (éxito/fracaso) en función de las atribuciones que hacen de la misma conducta: cómo se interpreta el éxito y el fracaso.

Weiner considera que, en general, las personas suelen referirse a cuatro conjuntos principales de atribuciones para sus éxitos y sus fracasos: la capacidad, el esfuerzo, la suerte y la dificultad. Estos factores son clasificados según su variabilidad o estabilidad, y según su causa interna o externa. A su vez, pueden clasificarse también bajo la perspectiva de la controlabilidad, que posibilita la distinción entre elementos que las personas creen que están bajo su control y los que no lo están.

Ilustración 2.- Conjunto de atribuciones motivacionales para el éxito o el fracaso

  • La estabilidad hace referencia a que atribuyamos a una causa un carácter relativamente permanente o no y, por tanto, que sea percibido como estable o inestable.
  • El origen o localización de la causa remite a factores internos (uno mismo) o a factores externos (ajenos a la propia persona). Un éxito atribuido a causas internas se refleja en sentimientos de orgullo y confianza, mientras que en las atribuciones externas del éxito, los sentimientos experimentados serán de sorpresa.
  • En el caso de la controlabilidad, la persona considera en qué medida puede controlar la causa de un determinado hecho o, en qué grado se trata de un factor sobre el cuál no existe posibilidad de intervenir. Las personas que consideran que su ejecución es debida a los factores sobre los que tienen control, como el esfuerzo, experimentan mayores reacciones emocionales positivas que aquellos que piensan que su ejecución no está relacionada con su control (McAuley, Russell y Gross, 1983).

En función del tipo de atribuciones que realice la persona y de la forma en que se combinen las dimensiones atribucionales, éstas explicarán sus éxitos y sus fracasos de forma diferente, con la consiguiente influencia sobre su motivación posterior.

Ilustración 3.- Perspectivas de la atribuciones de la motivación

La teoría de la autoeficiencia

La Teoría de la Autoeficacia postula que la motivación para llevar a cabo una actividad aumenta cuando las expectativas de que una determinada conducta puede llevar a unos resultados específicos, más cuando éstos son altamente valorados (Bandura, 1986). Las personas buscan y esperan optimizar sus resultados, independientemente de sus probabilidades reales. Las expectativas se fundamentan en la percepción que tiene la persona sobre su capacidad para enfrentarse con éxito (o no) las diferentes tareas, obteniendo en función de ello un mayor o menor grado de autovaloración; es decir, nos estamos refiriendo a las variables autoeficacia y autoestima.

Según la teoría de la autoeficacia, las expectativas son básicamente de dos tipos: expectativas de autoeficacia y expectativas de resultados.

  • Las expectativas de autoeficacia, son las creencias que tiene la persona acerca de sus propias capacidades para llevar a cabo con éxito un determinado comportamiento.
  • Las expectativas de resultado hacen referencia a la creencia que tiene la persona de que un determinado comportamiento irá seguido de unas determinadas consecuencias.

Ambos tipos de expectativas influyen en la posterior conducta motivada.

En la elaboración de las expectativas, la persona recibe la información para crear sus expectativas de cuatro fuentes:

  • sus logros de ejecución o propias experiencias de capacidad;
  • el modelado o aprendizaje por observación;
  • la persuasión verbal; y,
  • la interpretación de los cambios fisiológicos o arousal emocional (Weinberg y Gould, 1996).

 

Hasta luego y buena suerte.

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Fotografías: © Microsoft

La motivación y sus explicaciones

abril 30th, 2010

La motivación

Reconocemos la motivación en la necesidad o el deseo que activa o dirige nuestro comportamiento. Activa y orienta la conducta, le suministra la fuerza necesaria para que llevemos a cabo determinadas conductas. Para lograr una meta, las personas requieren:

  • una activación y una energía suficientes,
  • un objetivo claro,
  • la capacidad y la disposición para emplear los recursos y la energía durante el tiempo suficiente que les conduzca a la meta.

La motivación es un constructo integrado por factores susceptibles de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo determinado. Actuamos siempre, a veces conscientes de tener una meta y, sobre todo, de estar motivados por alcanzarla; en otras, ocasiones, carecemos de motivación, decimos o nos decimos que no estamos motivados, tenemos apatía.

Según el diccionario de la RAE, apatía es la «dejadez, indolencia, falta de vigor o energía». Para este mismo diccionario, la motivación es un «ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia». Cuando hablamos de motivación pensamos en acciones y conductas, en interés y diligencia, pero también en metas y objetivos.

Cómo establecemos esas metas y objetivos, cómo adquirimos el interés, cómo establecemos las acciones y las conductas y cómo las realizamos con diligencia. Un abanico de preguntas que todos nos hacemos consciente o inconscientemente. Para ir respondiendo, empezaremos por ver las explicaciones más extendidas de la motivación.

Explicando la motivación

Las principales explicaciones sobre la motivación pueden agruparse en cuatro formulaciones

  • la teoría de los instintos
  • la teoría de la reducción de impulsos
  • la teoría de la excitación
  • la jerarquía de las necesidades de Maslow.

Motivación e instintos

La teoría de los instintos, propia de la psicología evolucionista, considera que la conducta está bajo el control de fuerzas biológicas como los instintos. Motivación e instintos son intercambiables pues ambos explican la conducta. Un instinto es una conducta compleja fiajada en una especie y no aprendida.

Bajo esta perspectiva, podemos enumerar las conductas sobre la base de los instintos. Pero resulta más difícil establecer el por qué de dichos instintos y de su funcionamiento. Por ello, le resulta problemático explicar las conductas en términos de motivación.

Motivación y reducción de impulsos

Un impulso es una tensión estimulada que conduce a una conducta o comportamiento. Así, una necesidad (o un estado de necesidad) (fisiológica) crea un impulso que motiva a un organismo a satisfacer una necesidad. La necesidad fisiológica actúa como un mecanismo interno que nos impulsa hacía la satisfacción. La situación que nos permite la satisfacción puede estar presidida por un conjunto de incentivos externos. Cuando necesidad (interna) e incentivos (externos) comulgan conjuntamente, nos sentimos poderosamente impulsados hacia la satisfacción.

Los organismos están sometidos a la homeostasis. Esta es un mecanismo de autorregulación mediante el cual se regula el ambiente interno para garantizar el mantenimiento de las condiciones internas constantes frente a diferentes influencias de factores externos.

Para W.B. Cannon, la homeostasis designa la tendencia general de todo organismo al restablecimiento del equilibrio interno cada vez que éste se ve alterado. Desde un punto de vista psicológico, estos desequilibrios internos serían las necesidades. La vida de un organismo consistiría en la búsqueda constante de equilibrio entre las necesidades y su satisfacción. Toda acción tendente a procurar este equilibrio es una conducta y la motivación se nutre o existe de esa imperiosa necesidad de volver al equilibrio.

Motivación y excitación

Los seres humanos se ven impulsados a determinadas conductas, incluso cuando tienen las necesidades fisiológicas cubiertas. De hecho, esta perspectiva considera que el ser humano es un buscador de un nivel intermedio de excitación, pues cuando ésta es demasiado baja sufrimos de aburrimiento, mientras que cuando es alta en exceso, nos atrapa el estrés. En este sentido, la huida del aburrimiento y del estrés sería una fuente de motivación que guía nuestros objetivos, metas, acciones y conducta.

Motivación y jerarquía de necesidades

La jerarquía de necesidades establecida por A. Maslow vendría a decirnos que nuestra motivación está en nuestro deseo, aspiración, interés por satisfacer una serie de necesidades, a medida que alcanzamos a cubrir unas, rápidamente incorporamos otras nuevas necesidades. En la medida en que la secuencia de necesidades que vamos cubriendo como humanos es prácticamente siempre la misma, puede hablarse de una jerarquía de necesidades.

Maslow presentó la jerarquía de necesidades de forma piramidal.

  • Las necesidades básicas: necesidades fisiologías básicas (respirar, beber, alimentarse; dormir, descansar; evitar el dolor y tener relaciones sexuales,..)
  • Necesidad de seguridad y protección: necesidad de sentirse seguro y protegido (seguridad física y de salud; de empleo, de ingresos y recursos; seguridad moral, familiar, de propiedad privada)
  • Necesidad de afiliación y afecto: necesidades vinculadas al desarrollo afectivo del individuo (necesidades de asociación, participación y aceptación). Están vinculadas a una dimensión social (más o menos extensa) del individuo
  • Necesidad de estima: de autoestima y de estima respecto de los demás. La autoestima está vinculada a los sentimientos de confianza, competencia, logros, independencia, libertad,… La segunda se relaciona con la necesidad de atención, aprecio, reconocimiento, respecto, reputación, estatus, dignidad, fama, gloria,… La baja autoestima y el complejo de inferioridad son un reflejo de la merma de esta necesidad.
  • Autorrealización: cuya satisfacción da un sentido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad.

Para Maslow, el comportamiento de las personas responde a las necesidades no satisfechas, pues la necesidad satisfecha no genera comportamiento –adicional- alguno. La búsqueda de la satisfacción de las necesidades no cubiertas se presenta como una fuerza motivacional.

No obstante, la satisfacción de las necesidades no necesariamente es secuencial: si la satisfacción de las necesidades básicas sea prioritario frente las restantes, la satisfacción de necesidades puede ser concomitante. Sin embargo, las necesidades básicas requieren para su satisfacción un ciclo motivador relativamente corto, al contrario de las superiores que requieren un ciclo más largo.

La presentación de Maslow aquí efectuada tiene un valor descriptivo. Podemos reconocer nuestras necesidades bajo la expresión piramidal. Pero en modo alguno nos permite responder a la cuestión de dónde surgen las fuerzas motivacionales que llevan a las personas hacia la cima de la pirámide. Cómo obtenemos la motivación suficiente para ir más allá de nuestras conductas actuales, cómo nos marcamos nuevas metas y, sobre todo, cómo conseguimos garantizar, en el tiempo y en la forma, las actuaciones necesarias para alcanzarlas; cómo hacemos nacer las motivaciones que nos llevan a cubrir las necesidades de los niveles superiores de la pirámide.

En las próximas entradas, seguiré abordando la motivación desde diferentes puntos de vista.

Hasta luego y buena suerte.

Introducir el cambio en la vida cotidiana

abril 21st, 2010

Por Luca Coge

En su libro Coaching: el método para mejorar el rendimiento de las personas (Paidós, Barcelona, 2003), John Whitmore presenta lo que en su opinión son los aspectos fundamentales para introducir el cambio y el mejor desempeño en la actuación de las personas. El cambio y la mejora en el desempeño no necesariamente se refieren a grandes hazañas, también se aplica a nuestra vida cotidiana. Las personas encontramos la satisfacción de nuestra vida tanto en los grandes actos como en la cotidianidad de la vida, de hecho una buena relación entre ambos puede contribuir a nuestra satisfacción y felicidad.

El Coaching, tal y como lo sugiere John Whitmore, comprende una serie de preguntas sobre nuestras pretensiones y la (auto)búsqueda de las actuaciones que permite con una alta probabilidad alcanzarlas. Las preguntas no se dirigen a una reflexión existencial; más bien deben estar investidas de un sentido práctico: su razón de ser es conducirnos a una acción factible, realizable por nosotros y que nos conduzca, inevitablemente, a las metas establecidas.

Para Whitmore, la secuencia de preguntas que debemos realizarnos contempla cuatro etapas y que proporciona el acrónimo grow:

  1. Goal: establecer la meta, tanto para el corto como para el largo plazo
  2. Reality: examinar la realidad para explorar la situación presente
  3. Options: contemplar las opciones y estrategias o cursos de acción alternativos
  4. What: determinar qué se va a hacer, cuándo (when) y quién (whom) lo hará y la voluntad de hacerlo.

Esta secuencia plantea diferentes cuestiones. En esta entrada, vamos a concentrarnos en una parte de ellas, que iremos complementado y ampliando en futuras entradas al blog.

En primer lugar, puede parecernos sorprendente o insólito establecer las metas antes de examinar la realidad. Podría pensarse que estamos escribiendo la carta a los Reyes Magos o al Papa Noel, sin demasiadas esperanzas de obtener satisfacción a nuestras peticiones. Es cierto que en ocasiones las personas se contentan no con alcanzar unas metas, sino simplemente en formular sus propósitos. Pensar en perder unos quilos permite visualizarnos, por un momento, con unos kilos de menos, una imagen gratificante, satisfactoria y que nos ofrece un instante de felicidad.

El objetivo, no obstante, no son estos momentos fugaces de felicidad. En cambio, el sentido de formular las metas antes del examen de la realidad es otro: escapar a una perspectiva negativa en la formulación de las metas. Debe tenerse en cuenta que las metas que se basan sólo en la realidad presente pueden resultar negativas:

  • Ser una respuesta a un problema
  • Estar limitadas por el desempeño pasado
  • Carecer de creatividad debido a una simple extrapolación
  • Producir incrementos más reducidos que los potenciales o incluso ser contraproducentes

Las metas a corto plazo también pueden desviarnos de las metas a largo plazo. Una buena imagen de cómo alcanzar metas a corto plazo sin una perspectiva nos aleja de la meta de largo plazo es un laberinto. A corto plazo, dentro de un laberinto, tomamos decisiones respecto a si debemos dirigirnos hacia la derecha o hacia la izquierda, seguir a adelante o volver a atrás; pero somos incapaces de saber si estas decisiones nos conducen verdaderamente a la salida del laberinto o, en cambio, nos abocan a un callejón sin salida.

En otras palabras, resolvemos problemas, pero ello no nos garantiza una meta. Conviene pues definir unas metas que vayan más allá de la mera resolución de los problemas, que rebasen el corto plazo. No obstante, ello no implica que no necesitamos metas de corto plazo, o metas de desempeño. Las necesitamos, entre otras razones, como una guía de que vamos por el buen camino y, también, porque cuentan con un importante efecto reforzador y de mantenimiento de la motivación.

Las metas solucionadoras de problemas sólo tienen sentido como escalones que conducen a las metas motivadoras.

Ilustración 3.- Tipos de metas

 

 Además, existe una tendencia a establecer metas sobre la base de lo que se ha hecho antes, en el pasado, en lugar de lo que se puede hacer en el futuro. Esto es un riesgo pues nos conformamos con alcanzar metas sobre la base de lo que «sabemos que podemos hacer», de aquello que para nosotros mismos es evidente que es realizable.

Esto supone renunciar a lo que podemos llegar a hacer algo nuevo, a ir más lejos; es más renunciamos a pensar que podemos hacer más: es una renuncia a preguntarnos a nosotros mismos, a plantearnos seriamente si podemos hacer más de los que hemos venido haciendo hasta el presente. Renunciamos a lo posible. Y, éste es un hábito mal sano.

Las metas que se establecen para dar con una solución ideal a largo plazo, y luego determinar los pasos realistas hacia ese ideal, son generalmente más inspiradoras, creativas y motivadoras. Tienen un papel inestimable: dan sentido y orientan las acciones cotidianas, son un criterio fundamental para decidir muchos aspectos banales de nuestra vida cotidiana. Informan la acción, resuelven los problemas cotidianos de modo satisfactorio y eficaz para las metas a largo plazo. Son esenciales.

Estas metas últimas deben definirse teniendo en cuenta diferentes aspectos. Por las consideraciones previas, conviene definirlas antes de examinar la realidad. Pero metas y realidad no son ajenas. Se tiene que reconsiderar las metas tras examinar la realidad. Las metas deben ser alcanzables, por tanto debemos contemplar la realidad. Pero este tipo de pragmatismo no es sinónimo de renuncia.

Ilustración 4.- revisar las metas tras el examen de la realidad

 

Nuestro examen de la realidad difícilmente será completo y objetivo. Ésta es una buena razón para no determinar nuestras metas tras explorar la realidad. De hecho, a medida que vayamos acercándonos a nuestras metas, comprobaremos que nuestro examen de la realidad se modifica, nuestra interpretación de los problemas, de las posibilidades y de las necesidades será muy diferentes.

Al igual que las metas deben reciclarse tras el examen de la realidad, también deben reconsiderarse una vez establecidas las opciones de actuación. Nuestras opciones tendrán en cuenta nuestras metas y la realidad.

Ilustración 5.- repensar la relacion entre las opciones y la meta revisada por la realidad

Finalmente, antes de establecer el qué y el cuándo es necesario hacer una verificación para ver si responde a la meta. Tanto el qué como el cuándo se mueven entre dos extremos: uno, el de la dificultad, y otro, el de la evidencia. En ocasiones, resulta difícil establecer qué debemos hacer y cuándo debemos actuar; en cambio, en otras ocasiones, tanto el qué como el cuándo se definen de manera casi espontánea: que nos situemos en un extremo o en el otro, depende mucho de cómo hayamos definido nuestras metas y de nuestro examen de la realidad.

Ilustración 6.- El qué y el cuándo comporten la meta

En definitiva, es importante que nuestras decisiones y acciones cotidianas se inscriban en unas metas motivadoras y responda proactivamente a un examen de la realidad.

Hasta luego y buena suerte

Créditos:

Texto: Luca Coge

Imágenes: Microsoft

La programación neurolingüística (1)

marzo 11th, 2010

Por Luca Coge

La programación neurolingüística es una escuela de pensamiento pragmático que sostiene que toda conducta humana se desarrolla sobre una «estructura» o «plantilla de pensamiento» aprendida, la cual puede ser detectada para ser modelada (copiada) por otras personas y obtener con ello resultados similares. Se sustenta en la teoría constructivista, pues define la realidad como una invención: el ser humano no opera directamente sobre el mundo real en que vive, sino que lo hace a través de representaciones mentales del mismo que determinan la forma en que cada individuo percibe el mundo.

El pensamiento de cada uno es la base de creación de la realidad, de la verdad, esto es un «mapa del mundo». El lenguaje refleja nuestros pensamientos y nuestras experiencias, conecta el mundo exterior y el mundo interior. El lenguaje es un filtro y la riqueza del lenguaje contribuye a enriquecer los mundos (externo e interno).

La Programación Neurolingüística (PNL) estudia los patrones mentales con la intención de conocer los procesos mentales que usamos para codificar información, para elaborar nuestras formas de pensar y de actuar: nuestros pensamientos están conformados de palabras, de lenguaje (lingüística); cuando reiteremos en el uso de las palabras, éstas convierten el mensaje en un programa, el cual ya instalado produce emociones que dirigen nuestras conductas y nuestras reacciones.

Desde la perspectiva de la programación neurolingüística, el lenguaje afecta a la bioquímica y la fisiología de nuestro organismo. Una afección que está detrás de la incidencia de nuestro lenguaje en nuestras acciones.

Desde el nacimiento se va desarrollando nuestro pensamiento y nuestro lenguaje en determinadas direcciones y contenidos, todo ello dar lugar a la generación de programas que se instalan que conformarán las emociones e informarán las conductas. Algunos programas son funcionales y nos ayudan en nuestra vida cotidiana, otros en cambio son disfuncionales y dificultan la dificultan.

El propósito de la programación neurolingüística es contribuir a la autopercepción de de estos programas y al reconocimiento de los programas que guían a las personas de nuestro entorno. El auto-reconocimiento de los programas que poseemos permitirá diagnosticar su funcionalidad para mantener unos programas y deshacernos de otros. El PNL contribuye a mejorar el control de las emociones, a cambiar las conductas, tener un pensamiento más positivo y, con ello, se propone optimizar tus capacidades y, por esta vía, mejorar las relaciones familiares y profesionales. Hace posible la elaboración e implementación de nuevas opciones de vida.

Si somos capaces de identificar, en nosotros o en los otros, logros, también podemos replicarlos estos pensamientos, ese lenguaje y esa conducta en otros ámbitos y, de este modo, mejorar nuestro entorno personal, familiar y profesional.

 

Hasta luego y buena suerte    

Comportamiento económico: aprendizaje vicariante y efecto rebaño en las burbujas económicas

marzo 1st, 2010

L. Coge & E. Furió

El aprendizaje Vicariante u observacional se produce cuando un animal observa a otro animal realizar una tarea aprendiendo entonces esta tarea más rápidamente. En el ser humano, este tipo de aprendizaje se aplica a la forma en que imitamos y seguimos ejemplos, aprendemos de experiencias ajenas y direcciones simbólicas para desarrollar habilidades y alcanzar objetivos. Por eso también se denomina aprendizaje social.

En el aprendizaje vicario, el refuerzo es de otra índole y se basa en procesos imitativos cognitivos del sujeto que aprende con el modelo. En los primeros años, los padres y educadores serán los modelos básicos a imitar. El refuerzo es el estímulo que refuerza una conducta. Es cualquier consecuencia o acontecimiento que, cuando se hace contingente respecto a una respuesta previa, aumenta la probabilidad de que esa respuesta aparezca de nuevo en el futuro. El refuerzo puede ser intrínseco o extrínseco, positivo o negativo. El reforzador, igual que los estímulos aversivos se define en función de su efecto sobre la conducta, no por sus características inherentes. Es decir, aunque un estímulo pueda ser considerado en general como reforzador no lo será en los casos en que no haga más probable una conducta.

Son muchos los ejemplos de cómo los niños observan e imitan a sus padres y aprenden de lo que les sucede a sus hermanos, cuando éstos son regañados o premiados, y entonces rigen su actuación con base en sus observaciones. Así se aprenden los valores y las normas sociales —que son adecuadas o no según cada cultura-, cómo manejar los impulsos agresivos, cómo prestar y compartir las cosas,… Estos procesos se dan toda la vida.

El aprendizaje vicariante se diferencia del aprendizaje activo. Éste consiste en una adquisición de conocimientos gracias a la realización de actividades, es una aprender haciendo. En contraste, el aprendizaje vicario es aprender a partir de la observación de lo que los otros hacen. Por la mera observación de las acciones de los otros y de las consecuencias que éstas comportan, se aprender a repetir o evitar esa conducta o una acción.

Albert Bandura sostiene que al ver las consecuencias positivas o negativas de las acciones de otras personas, las llevamos como si fueran fruto de nuestra propia experiencia en otras circunstancias. Podemos recrear las consecuencias posibles de diferentes cursos de acción sin necesidad de esperar a llevar a cabo previamente esas acciones, basta con la observación de las demás. Esto es significativamente importante cuando las motivaciones de nuestras acciones son expectativas sobre el futuro: resultados deseados, estados o situaciones que queremos alcanzar; cuando las causas de nuestras acciones son los efectos esperados de las mismas.

Observar a los demás, sus acciones y los resultados que de ellas obtienen es un atajo muy utilizado en los procesos de toma de decisiones. Puede contemplarse como un tipo particular de analogía. Haciendo uso de una presentación bastante común y extendida, podemos considerar la analogía como una comparación o una relación entre distintas ideas objetos o experiencias, de la cual obtenemos razonamientos o conductas sobre la base de la presencia de semejanzas entre ellas. La particularidad del aprendizaje vicariante es que tomamos la experiencia ajena para confeccionar las analogías.

El aprendizaje vicariante actúa, pues, como un recurso útil en la toma de decisiones pues hacemos uso del mismo cuando tenemos que tomar rápidamente una decisión o cuando no tenemos la suficiente información o la suficiente capacidad para procesarla. Un ejemplo bastante común y por muchos conocido es cuando acudimos con retrasado a una reunión de vecinos de modo que cuando entramos se está a punto de iniciar la votación a brazo alzado y tenemos que tomar rápidamente la decisión del sentido de nuestro voto sin saber sobre que se está votando, tal vez decidamos abstenernos. Pero también, puede ocurrir que veamos levantar la mano al vecino del tercero con quien coincidimos siempre que hay que tomar una decisión en la comunidad de vecinos o quien atribuimos un elevado y correcto juicio en la toma de decisiones, en este caso con mucha seguridad levantaremos la mano y votaremos lo mismo que él, pues consideramos que es una decisión con altas probabilidades de ser acertada.

Se trata de un ejemplo de analogía o de aprendizaje vicariante. Este tipo de actuación está muy extendida en todos los ámbitos. En el caso de la toma de decisiones públicas, basta recordar que la decisión del gobierno español de suprimir la publicidad en la televisión pública tuvo lugar poco tiempo después que el gobierno francés tomase el mismo tipo de decisión. Es cierto que puede tratarse de una simple coincidencia de calendario, pero es muy probable que se trate de un aprendizaje vicariante actuando en el terreno de la política pública.

En un terreno donde es especialmente importante este tipo de comportamientos en el ámbito económico. Una importancia que puede desprenderse bien su frecuencia o del alcance de sus consecuencias y que ha propiciado que tenga un nombre propio. Veámoslo.

El aprendizaje vicariante es particularmente importante cuando existen problemas de falta de información o incertidumbre sobre el estado actual o futuro (recuérdese nuestra anterior reunión de vecinos). Cuando estamos en situaciones de falta de información, o nos sentimos incapacitados para analizar la situación o la información disponible, en lugar de proceder por medio de un aprendizaje activo, puede resultar una buena estrategia hacer uso del aprendizaje vicariante y tomar en consideración las acciones de los demás que han conducido a resultados que considerados positivos o deseables. Es en situaciones de este tipo cuando surge lo que los economistas han dado en llamar comportamiento de rebaño o efecto rebaño («herd behavior»).

El comportamiento de rebaño es particularmente importante en las burbujas económicas y, en particular, en las crisis financieras. Ha sido formalizada por Gwynne (1986), Banerjee (1992) y Scharfstein y Stein (1990). Estos dos últimos autores se han centrado en aplicaciones relativas los mercados financieros.

En estos casos, se establece la distinción entre inversores listos e inversores tontos. Los primeros reciben buenas señales informativas respecto del valor de una inversión, mientras que los segundos sólo reciben señales de ruido. A priori, es difícil, cuando no imposible, reconocer a unos otros. En cambio, a posteriori, una vez realizadas las inversiones en el mercado y conocidos los resultados obtenidos de las mismas, sí que podemos diferenciar unos de otros: si el inversor ha realizado una inversión rentable lo etiquetaremos de listo, pero si sus resultados son mediocres o negativos formará parte del grupo de los tontos. Si de repente un inversor que consideramos listo toma la decisión de deshacer todas sus posiciones en la bolsa, sin que aparentemente exista motivo alguno o nosotros lo desconozcamos, es muy probable que otros inversores actúen por analogía o sobre la base de un aprendizaje vicariante. Cuanto mayor sea el número de estos imitadores es más probable que otros se incorporen a las decisiones de venta. Los precios se hunden sobre todo por razones psicológicas y el mercado de valores se instala en una situación de crisis.

No obstante, el problema de este criterio de catalogación es que nos basamos en la experiencia pasada. Es cierto que lo mismo hacíamos antes con nuestro vecino y que es un criterio que frecuentemente se utiliza. Si existe un comportamiento de los valores que es sistemáticamente no predictible, es muy difícil distinguir a los inversores listos de los inversores tontos. Podemos pensar que en estos casos nos quedamos sin aprendizaje vicariante. La respuesta es que no, pues en estos casos podemos considerar como criterio para diferenciar a unos inversores de otros el grado de similitud que existe entre su comportamiento. Se trata que la diferenciación en la conducta penaliza la imagen que proyecta el inversor. Una inversión no rentable no es tan mala para su reputación cuando otros incurren en la misma equivocación. Los inversores listos tiende a recibir las mismas señales, mientras que los tontos no, por tanto, si un inversor mimetiza el comportamiento de otros, sugiere al mercado que ha recibido una señal que está en correlación con la suya propia por lo que es muy probable que sea listo. Si, por el contrario toma una posición contraria se le percibe como posiblemente tonto. De esta manera, si la información privada de un inversor le dice que una inversión puede tener un valor futuro negativo puede, sin embargo, llevarla a cabo si otros lo han hecho ya antes que él.

Un último aspecto interesante en esta relación entre el aprendizaje vicariante y la economía consiste en introducir las emociones. La función expresiva de las emociones juega también otro rol no menos importante en el aprendizaje vicariante y por ente en los mercados. Dado que una gran parte de la experiencia emocional adquiere en forma de aprendizaje vicariante; por ejemplo, que a veces cuando vemos a una persona asustada, nos asustamos también, sin conocer la causa de ese susto. La capacidad de las emociones en cierto modo de «contagiar» a los demás, es la base de la adquisición de la experiencia emocional propia, y también de ciertos fenómenos masivos, como por ejemplo lo es el pánico masivo,… o el pánico en los mercados financieros.

Hemos tratado la relación entre aprendizaje vicariante y crisis financieras. Conviene resaltar que los resultados que podemos alcanzar gracias al aprendizaje vicariante no son siempre adversos en absoluto. También interviene en otros casos con resultados mucho más favorables.

Un aspecto importante de estas notas es la necesidad de diferenciar más finamente entre aprendizaje vicariante y analogía. Pero de esto nos ocuparemos en una próxima entrada.

Hasta luego y buena suerte

Esquemas, asimilación y acomodación

febrero 10th, 2010

Por Luca Ciereg

El pensamiento es una actividad mental asociada con el procesamiento, la comprensión, la capacidad de recordar y de comunicar la información. Hacemos uso del pensamiento para formar conceptos y juicios, para tomar decisiones y resolver problemas. En nuestra interacción con los demás y con el mundo que nos rodea estamos continuamente haciendo uso de nuestro pensamiento. Nuestra habilidad para pensar es consustancial a nuestra capacidad para actuar. En este sentido, aunque sean simplificar el argumento, somos capaces de dar respuestas creativas a las demandas del medio que nos rodea en la medida que poseamos la destreza suficiente para pensar acertadamente. Y en esto último, los recursos informativos y su tratamiento están llamados a jugar un papel destacado. Para mostrarlo, podemos tratar tres conceptos que son interesantes y poseen múltiples implicaciones. Se trata de los conceptos: esquema, asimilación y acomodación.

Un esquema es un marco que organiza e interpreta la información, nos permite integrar e interpretar tanto las experiencias posibles, o los conceptos y categorías abstractas. A través de los esquemas tiene lugar la asimilación de nueva información con independencia de su naturaleza empírica o no.

La asimilación es un proceso de interpretación de nueva información o de nuevas experiencias utilizando los esquemas ya existentes o disponibles. En este sentido, la asimilación nos permite utilizar un mismo esquema para incorporar nueva información, nuevos conocimientos, para articularlos con los conocimientos previos. Incorporamos rápida y fácilmente nueva información justamente porque encaja perfectamente con nuestro esquema. La coherencia es un aspecto importante que favorece el aprendizaje y el desarrollo del pensamiento. Es una especie de rutina, en la que ejecutamos correctamente los mecanismos mentales para incorporar, organizar, comprender, recordar e utilizar la nueva información.

 

Esquema

 
 

Existente

Nuevo

 

Asimilación

x

 

Nueva Información

Acomodación

 

x

 

La acomodación es la adaptación de los esquemas actualmente disponibles para incorporar nueva información. Se trata de un cambio cualitativo y más profundo que la asimilación.

Algunas preguntas surgen de modo inmediato: cómo se obtiene un esquema; cuándo podemos saber que necesitamos cambiar de esquema; los cambios de esquemas son totales o conviene que sean parciales; es posible manejar más de un esquema o esto sería un nuevo esquema que podemos llamar superesquema; cuándo debe abordarse la nueva información por medio de la asimilación y cuándo por medio de la acomodación; la creatividad está asociada con la asimilación o con la acomodación; nuestros procesos formativos (formales o informales) favorecen la asimilación o la acomodación; existen etapas en nuestro desarrollo cognitivo que es preferible la asimilación y otros en que debe abordarse la acomodación. En nuestro actual mundo, globalizado y con un importante cambio tecnológico y cultural, necesitamos una acomodación, o con la asimilación es suficiente para dar una respuesta adaptativa.

Hasta luego

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Aprendizaje, motivación y estrategias de estudio

enero 4th, 2010

Por Chrystel Ciereg y Lucas Coge

En un trabajo relativo a la motivación y el uso de estrategias de los estudiantes universitarios, Mª Cristina Rinaudo, Analía Chiecher y Danilo Donolo(1) relacionaban cinco conceptos importantes en el establecimiento de las estrategias motivacionales y de estudio por parte de los estudiantes: la orientación motivacional, la valoración de las tareas, los sentimientos de autoeficacia, las creencias de control y la ansiedad. En estas líneas recogeremos algunos puntos interesantes de parte de su trabajo.

A la hora de analizar la motivación en el estudio, es frecuente distinguir entre motivación intrínseca y motivación extrínseca. La primera se asocia con las acciones llevadas a cabo por el interés que la propia actividad genera o acarrea; se la considera un fin en sí misma. En cambio, la segunda, se caracteriza por constituir un medio para lograr un fin o una meta, la acción permite de modo indirecto alcanzar otros fines.

La motivación incide sobre la forma de proceder, de pensar, de actuar y, por ello, de aprendizaje. De modo que las distintas orientaciones motivaciones deberían tener efectos sobre el aprendizaje y la elección de determinados procesos y mecanismos de aprendizaje. En principio, puede establecerse que el estudiante motivado intrínsecamente seleccione y lleve a cabo actividades por el propio interés que éstas proveen, por la curiosidad y el desafío que las actividades y su realización comportan. En ello, manifestará el estudiante una mayor propensión a realizar un mayor esfuerzo mental durante la realización de las tareas, un mayor compromiso en la ejecución de procesamientos más ricos, exigentes, complejos y elaborados, así como el empleo de estrategias más profundas y efectivas.

Por el contrario, es de esperar que el estudiante motivado extrínsecamente asuma compromisos limitados y exclusivos con las actividades que le permiten obtener de forma los más rápida posible las recompensas externas; en ello, manifestaría una preferencia por las tareas sencillas, fáciles de ejecutar, cuya relación con la recompensa o meta sea evidente.

En cuanto a la valoración de las tareas, ésta será positiva cuando pueda conducir al estudiante a involucrase más en el propio aprendizaje y a utilizar estrategias cognitivas más frecuentemente. Cuando las tareas académicas son percibidas como interesantes, importantes y útiles, los estudiantes pueden estar más dispuestos a aprender con comprensión.

Los sentimientos o creencias de autoeficacia están asimismo involucrados en la motivación. Las creencias de autoeficacia son las percepciones de los estudiantes sobre su capacidad para desempeñar las tareas requeridas en el curso. La autovaloración que se hace de las propias capacidades influye en las tareas seleccionadas, en las metas marcadas, también en la planificación, esfuerzo y persistencia que preside las acciones. En general, puede considerarse que cuanto mayor es la confianza en nuestras capacidades, mayores son la competencia, exigencias, aspiraciones y dedicación.

Las creencias de control del aprendizaje son el grado de control que los estudiantes creen tener sobre su propio aprendizaje. Cuando mayor es la creencia de control mayor es el rendimiento académico, pues el estudiante considera que la causa de los resultados de sus acciones está en el mismo. En el extremo contrario, se situaría el estudiante que considera que es la suerte o el destino el responsable de sus resultados. Éste último tipo de estudiante al sentirse menos responsable tanto de los éxitos como de los fracasos, al atribuir los dos a factores externos e incontrolados, se verán menos empujados por los éxitos y menos atormentados por los fracasos.

La ansiedad está asociada a los sentimientos negativos por parte del sujeto, que interfieren negativamente en su desempeño. La ansiedad y la excesiva preocupación por el desempeño pueden contribuir a su deterioro.

Estos cinco elementos influyen en la definición de estrategias cognitivas y el uso de recursos por parte de los estudiantes.

Hasta luego y gracias

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(1)Mª Cristina Rinaudo, Analía Chiecher y Danilo Donolo (2003), Motivación y uso de estrategias en estudiantes universitarios. Su evaluación a partir del Motivated Strategies Learning Questionnaire», Anales de Psicologia, vol. 19. Nº 1 (junio); 107-19.

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Aprendizaje y olvido

enero 2nd, 2010

Autor: Luca Coge

En una entrada anterior, nos ocupamos de la Memoria. A modo de continuación, hoy hablaremos del olvido.

La explicación de la pérdida de memoria o del olvido también incorpora algunos de los elementos presentes en la caracterización de la Memoria.

El olvido puede explicarse como resultado de un desfallecimiento o de una interferencia.

En el primer caso, de acuerdo con la teoría del desfallecimiento, los recuerdos se debilitan por una pérdida de intensidad de las conexiones neuronales. Existe una relación directa entre olvido y trascurso del tiempo, e inversa entre memoria y tiempo.

Frente al desfallecimiento, el reaprendizaje permite mantener la intensidad de las conexiones neuronales y, consiguientemente, reducir el olvido.

Pero también el olvido puede explicarse a partir de la interferencia entre la información ya presente en la memoria y aquella otra que se quiere incorporar a la misma. Se trata de una competencia entre las informaciones ya existentes y las nuevas. Esta interferencia puede ser de dos tipos. Bien una interferencia retroactiva cuando la adquisición de nueva información se asocia a una reducción del acceso a la información previamente almacenada; o bien una interferencia proactiva, cuando las informaciones previas dificultan, limitan o reducen la consolidación de la nueva información.

También puede expresarse las causas del olvido teniendo en cuenta los diferentes tipos de memorias. De este modo, el olvido puede producirse como resultado de:

Una falta de codificación

  • Una deficiencia en la consolidación
  • Una dificultad para realizar la recuperación de la información

La falta de codificación o la mala calidad de la misma se asocian a problemas de atención o de percepción de estímulos. Asimismo, la insuficiente consolidación o su ausencia estarían también asociadas a deficiencias en el proceso de aprendizaje.

El olvido no es, pues, un problema exclusivo de ausencia de recuperación de la memoria. Ésta es solamente una parte del mismo.

Gracias y suerte.

Luca Coge

Breves notas características sobre la memoria

diciembre 26th, 2009

Autor: Luca Coge

La memoria puede definirse como un proceso cognitivo que permite el almacenamiento y posterior utilización adaptativa de la información.

A partir de la consideración del flujo de la información, pueden distinguirse tres tipos básicos de memorias: la memoria sensorial, la memoria activa y la memoria a largo plazo. La memoria en tanto proceso cognitivo se puede considerar como la secuencia que va, por un lado, desde la memoria sensorial a la memoria activa y posteriormente a la memoria de largo plazo y, posteriormente, desde ésta hasta la memoria activa o de trabajo.

La memoria sensorial es una memoria elemental, de escasa duración y fuertemente asociada a los procesos perceptivos. Se puede definir diferentes tipos en función de las vías sensoriales de entrada de la información.

El paso de la memoria sensorial a la memoria activa tienen lugar por medio de la codificación.

La codificación
es un proceso de clasificación, elaboración y organización de la información. Puede clasificarse bien en función de la vía sensorial implicada (codificación visual, acústica, semántica,…), o bien según el grado de procesamiento necesario (automático o con esfuerzo).

La memoria activa, también llamada de corto plazo o de trabajo, está estrechamente vinculada a los procesos atencionales. Es una memoria de escasa capacidad y breve duración.

Las vinculaciones entre la memoria activa y la memoria a largo plazo son de dos tipos: la consolidación y la recuperación de la información.

La consolidación,
o almacenamiento de la información, traslada la información de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Consiste en el establecimiento de conexiones neurales. El propósito fundamental es favorecer su ulterior reactivación.

La memoria a largo plazo, como su nombre indica, es de larga duración, carente de límite temporal y de capacidad. Puede catalogarse en diferentes categorías:

  • Explícita o declarativa:
    • Semántica: de hechos y de nombres
    • Episódica: de hechos personales vividos
  • Implícita o no declarativa:
    • Procedimientos: habilidades motoras y cognoscitivas
    • Disposiciones: condicionamientos clásico y operante.

Por último, la recuperación
es el proceso gracias al cual la información retenida en la memoria a largo plazo vuelve a la memoria activa o de trabajo. Supone la reactivación de las conexiones neurales establecidas en el proceso de aprendizaje y consolidación.

Sobre este esquema básico es posible establecer múltiples consideraciones y cuestiones, como por ejemplo qué características presenta y cómo tiene lugar el olvido. En posteriores entregas nos encargaremos de profundizar en los aspectos relativos a la memoria y su ausencia.

Gracias y suerte.

España: el ajuste económico continúa

diciembre 18th, 2009

El ajuste en la economía española ante la primera crisis económica del siglo XXI está siendo más severo que en el resto de las principales economías occidentales. Es cierto que la fase de crecimiento también fue más prolongada e intensa en España. Pero lo más sobresaliente en este final de 2009 es que todo parece confirmar que el próximo año la economía española seguirá instalada en el decrecimiento. Los factores principales del crecimiento fueron la adquisición de viviendas y el consumo familiar. La situación actual de ambos y las previsiones para un futuro inmediato no son nada favorables. De hecho, se puede tener la impresión de que a los españoles les gusta hacer las cosas con determinación: durante el período de crecimiento, el gasto en consumo y en adquisición de viviendas aumentaba a un ritmo superior al de los ingresos provocando un aumento del endeudamiento; ahora, durante la recesión, la contracción del gasto ha sido superior a la de los ingresos.

Es cierto que durante el último año el sector público han pasado a jugar un papel activo en la economía y que el sector exterior ha dejado de restar puntos al crecimiento gracias a la caída en las importaciones. Sin embargo, es difícil pensar que vayan a reemplazar a los dos la demanda de vivienda y de consumo como motores de crecimiento. En el caso del gasto público, el fuerte crecimiento del déficit y de la deuda pública evidencia que las posibilidades de mantener un ritmo expansivo del gasto público si aumentar los impuestos son inexistentes. En el caso del sector exterior, las importaciones seguirán contrayéndose a medida que lo haga la economía y volverán a crecer cuando la economía española recupere la senda del crecimiento económico. En lo que respecta a las exportaciones, el análisis detallado nos llevaría a extendernos en exceso. Digamos solamente que sin el respaldo de una fuerte expansión de las economías de los socios comerciales y de una firme depreciación, es difícil confiar en una firme expansión de las exportaciones capaz de alimentar la recuperación. España forma parte de la zona euro, y por ello, no es posible una depreciación de la moneda. El equivalente que sería una fuerte reducción de costes o un importante incremento de la productividad no parece que vayan a producirse tanto por razones socioeconómicas como técnico-económicas.

Además, diferentes indicadores apuntan a que el ajuste en el sector de la construcción todavía no se ha completado. La caída de los precios no se ha agotado, en parte, por el exceso de oferta, pero también por la apatía de la demanda. La reducción de los precios de la vivienda todavía no alcanzado los niveles de crisis anteriores.

La ley de la economía sostenible parecía una buena ocasión para establecer la senda de un nuevo modelo de crecimiento. Pero parece ser que las ocasiones cada vez son más escasas.

Hasta luego y buena suerte.