Motivación, motivos y sus explicaciones (2)

Sage (1977) definió la motivación como el proceso que determina el origen, la dirección y la persistencia de una determinada conducta. La motivación puede también definirse como un proceso interno que activa, dirige y mantiene la conducta hacia un objetivo por lo que dicho proceso conduce a las personas a dirigir sus esfuerzos a alcanzar una meta. Dicha dirección se acompaña de un grado de intensidad determinado para su consecución (Cashmore, 2002).

Por ejemplo, en psicología del deporte, la motivación se define como “el factor disposicional que depende de ciertas características del sujeto, como su condición (física y psíquica) actual o su biografía (gustos, preferencias, etc.), así como de objetos o eventos a los que tiende a acercarse o a alejarse(…), que aumentan o disminuyen en cada momento el valor motivacional, así como de las relaciones -actuales e históricas- de ese individuo con sus motivos particulares” (Dosil y Caracuel, 2003, pp. 176). Esta definición supone diferenciar entre motivación y motivos.

Los motivos serán las causas o razones específicas de las personas que explican el inicio, cambio o detención de una conducta así como el grado de intensidad de la misma. La motivación hará referencia a los procesos psicológicos básicos que explican, precisamente, porque los diferentes motivos actúan diferencialmente en los comportamientos motivados; es decir, por qué y cómo los motivos nos motivan (Cantón, 1999a).

Las teorías motivacionales que realizan una explicación motivacional centrada en actividad tales como el deporte son fundamentalmente cuatro:

  • la teoría de la motivación de logro,
  • la teoría de la motivación intrínseca-extrínseca,
  • la teoría atribucional y
  • la teoría de la autoeficacia.

La motivación de logro

Desde el enfoque de la teoría de la Motivación de Logro (Atkinson, 1957, McClelland, 1961), la motivación depende de cómo se combinen los componentes motivacionales. Entre los componentes de la motivación encontraremos

  • los factores personales o de personalidad,
  • los factores situacionales y
  • la interacción de los mismos (Dosil, 2004; Weinberg y Gould, 1996).

Con respecto a los factores personales, las personas tienen fundamentalmente una de las dos orientaciones de logro: alcanzar el éxito o evitar el fracaso. Alcanzar el éxito se correspondería con la capacidad de sentir orgullo o satisfacción al realizar una actividad. Por otra parte, evitar el fracaso se relacionaría con la capacidad de sentir vergüenza como consecuencia del fracaso. Nuestra conducta, según esta teoría motivacional, estará influida por el equilibrio entre ambos motivos.

Ilustración 1.- Factores personales de la motivación

El segundo componente de esta aproximación teórica está constituido por los factores situacionales que incluyen la probabilidad de éxito en la situación o en la tarea: dependerá de quién sea el adversario, de la dificultad de la tarea y el valor del incentivo, entendido éste como el valor que la persona le otorga.

El tercer componente incluye las tendencias resultantes de la interacción, las cuales se manifestarían en la búsqueda de éxito o la evitación del fracaso, con sus consiguientes reacciones emocionales de orgullo por ganar o vergüenza por perder.

La conducta de logro será el resultado de la interacción de los diferentes componentes y en función de la combinación de éstos, el individuo preferirá realizar un tipo de tareas u otras, con mayor o menor grado de riesgo (Atkinson, 1957, McClelland, 1961).

La motivación intrínseca y la motivación extrínseca

Según la teoría de la Motivación Intrínseca-Extrínseca (Deci y Ryan, 1985), las personas con una motivación interna presentan una alta curiosidad, combinada con una clara tendencia a explorar el entorno y emprenden las actividades sin necesidad de recibir gratificaciones externas. Por el contrario, las personas con motivación extrínseca pueden requerir la presencia de recompensas externas para continuar con su actividad. Así, las recompensas cumplen las funciones bien de control o bien la función informativa.

(Sobre la motivación intrínseca y extrínseca, véase la entrada “Aprendizaje, motivación y estrategias de estudios“).

La teoría atribucional

La Teoría de la Atribución (Heider, 1958; Weiner, 1972) considera que los individuos interpretan su conducta y valoran los resultados de las mismas (éxito/fracaso) en función de las atribuciones que hacen de la misma conducta: cómo se interpreta el éxito y el fracaso.

Weiner considera que, en general, las personas suelen referirse a cuatro conjuntos principales de atribuciones para sus éxitos y sus fracasos: la capacidad, el esfuerzo, la suerte y la dificultad. Estos factores son clasificados según su variabilidad o estabilidad, y según su causa interna o externa. A su vez, pueden clasificarse también bajo la perspectiva de la controlabilidad, que posibilita la distinción entre elementos que las personas creen que están bajo su control y los que no lo están.

Ilustración 2.- Conjunto de atribuciones motivacionales para el éxito o el fracaso

  • La estabilidad hace referencia a que atribuyamos a una causa un carácter relativamente permanente o no y, por tanto, que sea percibido como estable o inestable.
  • El origen o localización de la causa remite a factores internos (uno mismo) o a factores externos (ajenos a la propia persona). Un éxito atribuido a causas internas se refleja en sentimientos de orgullo y confianza, mientras que en las atribuciones externas del éxito, los sentimientos experimentados serán de sorpresa.
  • En el caso de la controlabilidad, la persona considera en qué medida puede controlar la causa de un determinado hecho o, en qué grado se trata de un factor sobre el cuál no existe posibilidad de intervenir. Las personas que consideran que su ejecución es debida a los factores sobre los que tienen control, como el esfuerzo, experimentan mayores reacciones emocionales positivas que aquellos que piensan que su ejecución no está relacionada con su control (McAuley, Russell y Gross, 1983).

En función del tipo de atribuciones que realice la persona y de la forma en que se combinen las dimensiones atribucionales, éstas explicarán sus éxitos y sus fracasos de forma diferente, con la consiguiente influencia sobre su motivación posterior.

Ilustración 3.- Perspectivas de la atribuciones de la motivación

La teoría de la autoeficiencia

La Teoría de la Autoeficacia postula que la motivación para llevar a cabo una actividad aumenta cuando las expectativas de que una determinada conducta puede llevar a unos resultados específicos, más cuando éstos son altamente valorados (Bandura, 1986). Las personas buscan y esperan optimizar sus resultados, independientemente de sus probabilidades reales. Las expectativas se fundamentan en la percepción que tiene la persona sobre su capacidad para enfrentarse con éxito (o no) las diferentes tareas, obteniendo en función de ello un mayor o menor grado de autovaloración; es decir, nos estamos refiriendo a las variables autoeficacia y autoestima.

Según la teoría de la autoeficacia, las expectativas son básicamente de dos tipos: expectativas de autoeficacia y expectativas de resultados.

  • Las expectativas de autoeficacia, son las creencias que tiene la persona acerca de sus propias capacidades para llevar a cabo con éxito un determinado comportamiento.
  • Las expectativas de resultado hacen referencia a la creencia que tiene la persona de que un determinado comportamiento irá seguido de unas determinadas consecuencias.

Ambos tipos de expectativas influyen en la posterior conducta motivada.

En la elaboración de las expectativas, la persona recibe la información para crear sus expectativas de cuatro fuentes:

  • sus logros de ejecución o propias experiencias de capacidad;
  • el modelado o aprendizaje por observación;
  • la persuasión verbal; y,
  • la interpretación de los cambios fisiológicos o arousal emocional (Weinberg y Gould, 1996).

 

Hasta luego y buena suerte.

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Fotografías: © Microsoft

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