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Conjunto de elementos característicos del dolor

viernes, enero 5th, 2024

El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que puede ser causada por daño tisular real o potencial en el cuerpo. No obstante, tiene un valor evolutivo al ser un mecanismo de defensa natural con una función de alerta al organismo sobre posibles amenazas y estimula la acción para evitar o mitigar el daño.

A la hora de caracterizar la experiencia dolorosa pueden tomarse en consideración un conjunto de elementos que pasaremos a analizar seguidamente. Aquí no entraremos a analizar los mecanismos fisiopatológicos del dolor, ni tampoco los abordajes terapéuticos posibles. Dejaremos estos aspectos para otras entradas. En cambio, trataremos los siguientes puntos:

  • La intensidad del dolor
  • La localización del dolor
  • Los tipos de dolor
  • La descripción de la sensación dolorosa
  • Los factores desencadenantes del dolor
  • Los factores agravantes del dolor
  • Los factores aliviadores

Intensidad del dolor

Establecer la intensidad del dolor es un aspecto sumamente subjetivo y que está sujeto a la influencia del profesional según el modo en que se formule la anamnesis o entrevista médica.

Para tratar de objetivizar al máximo y poder establecer comparaciones temporales y, de este modo, evaluar la eficacia del tratamiento propuesto, se han establecido una serie de escalar que van desde una situación sin dolor hasta el máximo dolor insoportable.

Así, la intensidad se mide en una escala numérica, gráfica o verbal para cuantificar cuán fuerte es el dolor, con opciones que van desde “sin dolor” hasta “el peor dolor imaginable”.

La localización del dolor

La importancia de la localización del dolor se debe a que tiene implicaciones diagnósticas y puede ayudar a definir el enfoque terapéutico.

Las principales localizaciones del dolor pueden establecerse como sigue:

  • cefalea o dolor de cabeza
  • dolor en el pecho
  • dolor abdominal
  • dolor en las extremidades superiores y/o inferiores
  • dolor de espalda, que puede ir de cervical a dorsal
  • dolor en las articulaciones
  • dolo pélvico

Tipos de dolor

Pueden identificarse diferentes tipos de dolor con sus propias características:

  1. Dolor Agudo: surge de manera súbita y presenta generalmente un duración limitada en el tiempo. Suele corresponderse con un síntoma directo de una lesión, enfermedad o proceso inflamatorio. Es, pues, una señal de advertencia de que el cuerpo ha sufrido o está padeciendo algún daño. Ejemplos de este tipo de dolor serían el producido por una quemadura, un corte o una infección aguda. Puede tratarse sintomática o etimológicamente. Este último es necesario para erradicar la causa que ocasionó el dolor.
  2. Dolor Crónico: se presenta como el contrario del anterior, al caracterizarse por la persistencia en el tiempo, puesto que puede durar semanas, meses e, incluso, años. Suele tener como causa un proceso patológico que subyacente del que sería un síntoma, como en el caso de la artritis, o puede ser un trastorno por sí mismo, como la fibromialgia. Un rasgo de este tipo de dolor es que puede continuar a pesar de que haya desaparecido la causa que lo originó. En consecuencia, el tratamiento etiológico puede eliminar el dolor, unas veces, pero también puede persistir, en otras ocasiones.
  3. Dolor Neuropático: es una modalidad de dolor crónico ocasionado por un daño en el propio sistema nervioso. Se caracteriza como un dolor quemante o punzante. Ejemplos de este dolor serían la ciatica o el dolor asociado a la neuropatia diabética.
  4. Dolor Nociceptivo: Está motivado por la activación de nociceptores. Estos son receptores que se encargan de recoger información de los a daños tisulares. El dolor nociceptivo puede clasificarse como somático y como visceral. En el primer caso, se trata del dolor que se relaciona con la piel, músculos, huesos, articulaciones y es, generalmente, localizable y bien definido. En cambio, el dolor visceral se origina en los órganos internos y cavidades del cuerpo, a menudo se siente más difuso y suele ser difícil de localizar.
  5. Dolor Psicogénico: pese a que el paciente lo siente como un dolor físico, se trata de un dolor de origen psicológico. Puede ocasionarse como consecuencia de factores de estrés, de trastornos emocionales o psiquiátricos. La denominación de psicológico no debe llevar a considerarlo como fruto de la imaginación del pacientes. Se abordarse médicamente tanto en la exploración diagnóstica como en el tratamiento.
  6. Dolor Referido: Es el dolor percibido en una parte del cuerpo que no es su fuente real. Coloquialmente, podríamos decir que el dolor se extiende a un territorio donde no existe causa alguna que lo provoque. Un ataque cardíaco provoca a menudo dolor en el brazo izquierdo y en la mandíbula sin que pueda establecerse un foco de dolor en estas dos partes del cuerpo; el foco está en el musculo cardíaco.
  7. Dolor Fantasma: Este tipo de dolor se siente en un área del cuerpo que ha sido amputada. Es una sensación compleja que puede incluir dolor, así como la sensación de que la parte del cuerpo aún está presente.

La sensación dolorosa

El dolor puede manifestarse de diversas maneras y, en muchas ocasiones, cuenta con un alto componente subjetivo. La calidad de la sensación dolorosa puede proporcionar pistas importantes sobre su causa subyacente. Entre las sensaciones comunes asociadas al dolor pueden destacarse las siguientes:

  1. Punzante: Se siente como una aguja o un objeto afilado clavándose en la zona afectada. Es típico de heridas o lesiones con objetos punzantes y puede ser muy intenso y localizado.
  2. Quemante: Da la sensación de quemazón o calor intenso. Es común en lesiones nerviosas, como la neuralgia, y en ciertos tipos de lesiones cutáneas.
  3. Pulsante: Se siente como latidos o golpeteos rítmicos, a menudo asociados con dolores de cabeza, como la migraña, o con procesos inflamatorios.
  4. Sordo: Es un dolor menos intenso pero constante, a menudo descrito como molestia o pesadez. Es común en afecciones musculares y óseas crónicas.
  5. Lancinante: Se percibe como una descarga eléctrica o un rayo de dolor. Es característico de ciertas neuropatías, como la ciática.
  6. Opresivo: Sensación de presión o apretón, frecuente en el dolor torácico, como en el caso de la angina de pecho.
  7. Cólico: Es un dolor que viene en oleadas, aumentando y disminuyendo en intensidad. Típico de los dolores gastrointestinales o biliares.
  8. Tirante: Se siente como si los tejidos estuvieran siendo estirados o tensados. Común en lesiones de tejidos blandos, como distensiones musculares.
  9. Hormigueo o Ardiente: A menudo asociado con parestesias o neuropatías, donde hay una sensación de hormigueo o ardor en la piel.

Factores desencadenantes

Los factores desencadenantes están fuertemente asociados al tipo de dolor, su localización y la patología subyacente. Son muy variados, pero pueden presentarse del modo siguiente:

1. Físicos: dolor derivado de traumatismos, lesiones deportivas, accidentes, esfuerzos repetitivos y la postura inadecuada y prolongado o no . Estos factores pueden causar dolor musculoesquelético, como dolor de espalda, cuello o articulaciones.

2. Psicológicos: El estrés, la ansiedad y la depresión pueden influir en la percepción del dolor, llegando en algunos casos a comportarse como desencadenantes primarios del dolor. Adicionalmente pueden actuar como agravantes de un dolor motivado por otras causas. Existe una percepción anómala al dolor en ciertas personas, que les hace percibir como dolorosas determinadas situaciones que para otras personas no lo son en absoluto.

3. Enfermedades y Condiciones Médicas: Diversas enfermedades como la artritis, la fibromialgia, las migrañas, las infecciones, y enfermedades autoinmunes pueden ser causas subyacentes del dolor. En estos casos, el dolor es un síntoma de la condición médica en sí. La fibromialgia es una afección crónica que, entre otros síntomas, ocasiona dolor en todo el cuerpo. Además, las personas con fibromialgia pueden ser más sensibles al dolor que aquellas que no la tienen; siendo, pues, personas con percepción anormal del dolor.

4. Factores Ambientales y del Estilo de Vida: el frío o la humedad pueden exacerbar determinados tipos de dolor como el artrítico. Un estilo de vida sedentario, alimentación inadecuada o el tabaquismo también pueden contribuir al desarrollo o empeoramiento del dolor.

El consumo de tabaco está asociado con la enfermedad de Buerger. Se sospecha que los ingredientes del tabaco podrían irritar el revestimiento de los vasos sanguíneos y ocasionar una inflamación de los vasos sanguíneos. Ésta dificulta el flujo sanguíneo y favorece la formación de coágulos. Esto puede provocar daño en los tejidos y dolor, especialmente en las manos, las piernas, tobillos y pies.

5. Químicos y Medicamentosos: Algunas sustancias químicas y medicamentos pueden inducir dolor como efecto secundario. Por ejemplo, ciertos tratamientos de quimioterapia pueden causar neuropatía periférica dolorosa.

6. Neuropáticos: En algunos casos, el dolor se origina por un daño o una disfunción de los nervios, como en la neuropatía diabética o después de lesiones del nervio. En esta patologia, los pacientes sienten dolor, entumecimiento y/o hormigueo en manos y pies.

7. Hormonales y Metabólicos: Desequilibrios hormonales o trastornos metabólicos, como la diabetes, pueden influir en la percepción del dolor o causar condiciones que resultan en dolor. El dolor asociado a la neuropatia diabética es de tipo punzante, pero estos paciente presenta una reducción de la sensibilidad al dolor y pueden, incluso, no llegar a percibirlo.

8. Factores Genéticos: En algunas personas, la predisposición genética puede jugar un rol en la sensibilidad al dolor o en el desarrollo de ciertas condiciones dolorosas.

Es importante identificar correctamente la causa del dolor para poder realizar un tratamiento adecuado. En el campo de la medicina, se utilizan diversas técnicas de diagnóstico, como la historia clínica detallada, exámenes físicos, y pruebas de laboratorio o de imagen, para determinar la causa subyacente del dolor y así poder planificar el manejo más efectivo.

Factores agravantes del dolor

Una parte de los factores desencadenantes del dolor también intervienen como agravantes del mismo. Estarán asociados, de diferente modo, con las distintas características del dolor antes enumeradas. Entre los factores agravante, cabe destacar los siguientes:

1. Actividad Física o Esfuerzo: Movimientos específicos, posturas prolongadas o esfuerzos físicos pueden agravar el dolor, especialmente cuando el dolor está asociado a condiciones musculoesqueléticas, tales como la la lumbalgia. Esta enfermedad dificulta el movimiento y, por esta razón, afecta a las actividades básicas de la vida diaria y reduce la calidad de vida.

Pueden diferenciarse dos tipos de lumbalgia: por una parte, se sitúa la lumbalgia específica, donde el dolor está ocasionado por alguna enfermedad o problema estructural de la columna vertebral, o bien, dolor que irradia desde otra parte del cuerpo; y, por otra parte, en la lumbalgia inespecífica no se puede precisar una enfermedad concreta o una causa estructural para explicar el dolor. La mayoría de los casos (90%) se corresponde a una lumbalgia inespecífica.

2. Estrés y Factores Emocionales: El estrés, la ansiedad y otros estados emocionales negativos pueden aumentar la percepción del dolor y, de este modo, actuar como factores agravantes del dolor. La alteración del procesamiento de la experiencia dolorosa incrementa la intensidad del dolor.

3. Fatiga: La falta de sueño o el agotamiento general pueden hacer que el cuerpo sea más susceptible al dolor y menos capaz de manejarlo eficazmente.

Por una parte, la fatiga dificulta la tolerancia al dolor y aumenta la perceptibilidad de las experiencias dolorosas. La fatiga altera la actividad de los neurotransmisores que regulan el dolor, tales como la serotonina y la noradrenalina. El cansancio merca nuestra capacidad para hacer frente a estimulantes negativos y estresantes, como es el dolor.

Por otra parte, la fatiga reduce nuestra capacidad de concentración en otras tareas o actividades, y de este modo, aumenta la atención que prestamos al dolor y a otras sensaciones corporales. El dolor parece más intenso cuando estamos cansados. En estos casos, el reposo contribuye a aliviar parte del dolor.

Por último, la fatiga reduce nuestro nivel de actividad funcional y dejamos de realizar actividades que pueden contribuir a reducir el dolor, como podría ser la fisioterapia o el ejercicio físico. El cansancio merma nuestra voluntad y motivación para el ejercicio y, en determinados casos, el dolor puede combatirse también con actividad física.

4. Factores Ambientales: los cambios ambientales, como el frío y la humedad, contribuyen a aumentar la intensidad en determinados tipos de sensaciones dolorosas. Así, por ejemplo,

  • los cambios de temperatura: el frío exacerba el dolor en personas con artritis y fibromialgia; el calor contribuye a aliviar el dolor y la rigidez.
  • La humedad empeora el dolor asociado a afecciones inflamatorias como la artritis.
  • Los cambios en a presión atmosférica puede provocar dolores de cabeza.
  • La luz brillante provoca dolores adicionales en personas con migrañas y fotofobia.
  • El ruido puede desencadenar sensaciones de dolor de cabeza.
  • Los olores fuertes pueden ocasionar migrañas en personas sensibles.
  • El estrés agrava las sensaciones dolorosas en personas con dolor crónico.

5. Dieta y Hábitos de Vida: Algunos alimentos y bebidas pueden exacerbar ciertos tipos de dolor. Productos tóxicos, como el alcohol, la cafeína o el tabaco pueden aumentar la intensidad de los dolores de cabeza en algunas personas o, también, puede empeorar el dolor, especialmente el dolor crónico.

En cambio, los alimentos y el estilo de vida que contribuye a mejorar el sistema inmunitario y a reducir los procesos inflamatorios (especialmente, crónicos) contribuyen a reducir las sensaciones dolorosas y la intensidad de las mimas. Las endorfinas pueden inhibir las fibras nerviosas que transmiten el dolor. La actividad física regular contribuye a aumentar los niveles de endorfinas y se cree que provoca la liberación de la betaendorfina, la encefalina y la dinorfina.

La betaendorfina es un neuropéptido que se produce en el hipotálamo y la hipófisis, y se libera en respuesta al estrés, el dolor y el ejercicio físico. La betaendorfina y, también la encefalina, se unen a los receptores opioides en el cerebro y el sistema nervioso periférico y, de este modo, contribuyen a reducir la percepción del dolor, al mismo tiempo que producen una sensación de euforia y bienestar general.

A diferencia de la betaendorfina y la encefalina, la dinorfina se une a los receptores opioides kappa en el cerebro y el sistema nervioso periférico y, por ello, produce una sensación de disforia y puede aumentar la percepción del dolor, en lugar de reducirla como sucedía con los dos neuropéptidos anteriores.

6. Medicamentos: Algunos medicamentos pueden tener efectos secundarios que empeoran el dolor o interfieren con los medicamentos para el dolor, reduciendo su eficacia.

7. Condiciones Médicas Subyacentes:  la percepción del dolor puede incrementarse cuando se acompaña o se asocia a una patología médica subyacentes o a un trastorno fisiopatológico. Pero también existen enfermedades que presentan el dolor como uno de sus síntomas más significativos. Empecemos describiendo éstas y pasemos luego a las condiciones que alteran o modifican las sensaciones dolorosas- 

  • Enfermedades del sistema nervioso: Las enfermedades del sistema nervioso, como la esclerosis múltiple, la neuropatía diabética y la fibromialgia, pueden causar dolor generalizado o dolor en una zona específica del cuerpo.
  • Enfermedades del sistema musculoesquelético: Las enfermedades del sistema musculoesquelético, como la artritis, la osteoporosis y la tendinitis, pueden causar dolor en las articulaciones, los huesos, los músculos y los tendones.
  • Enfermedades del sistema digestivo: Las enfermedades del sistema digestivo, como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la pancreatitis, pueden causar dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea.
  • Enfermedades del sistema cardiovascular: Las enfermedades del sistema cardiovascular, como el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular y la angina de pecho, pueden causar dolor en el pecho, la espalda y los brazos.
  • Enfermedades del sistema respiratorio: Las enfermedades del sistema respiratorio, como el asma, la bronquitis y la neumonía, pueden causar dolor en el pecho, la espalda y los pulmones.
  • Enfermedades del sistema genitourinario: Las enfermedades del sistema genitourinario, como la infección del tracto urinario, la prostatitis y la endometriosis, pueden causar dolor en la pelvis, el abdomen y la espalda.
  • Enfermedades oncológicas: El cáncer puede causar dolor en cualquier parte del cuerpo, dependiendo del tipo de cáncer y la ubicación del tumor.

Las condiciones médicas subyacentes pueden agravar el dolor de varias maneras, como, por ejemplo: 

  • Incrementar la sensibilidad al dolor: Algunas condiciones médicas pueden hacer que los nervios sean más sensibles al dolor. Esto puede hacer que el dolor sea más intenso y difícil de controlar.
  • Dificultar el tratamiento del dolor: Algunas condiciones médicas pueden dificultar el tratamiento del dolor. Por ejemplo, las personas con enfermedades renales o hepáticas pueden tener más dificultad para metabolizar los medicamentos para el dolor.
  • Provocar complicaciones adicionales: El dolor puede provocar complicaciones adicionales en personas con condiciones médicas subyacentes. Por ejemplo, el dolor puede dificultar la movilidad, lo que puede aumentar el riesgo de caídas y lesiones.

8. Desequilibrios Hormonales: Cambios hormonales, como los que ocurren durante el ciclo menstrual en mujeres, pueden afectar la percepción del dolor.

Dismenorrea: el mejor ejemplo de la relación entre los cambios hormonales y el dolor es la dismenorrea. Se trata del dolor menstrual intenso y, a menudo, debilitante que algunas mujeres experimentan durante su período menstrual. Puede requerir tratamiento y llegar a alterar las actividades básicas de la vida diaria. 

El dolor experimentado durante la dismenorrea puede variar en términos de intensidad y duración, pero suele ser similar en muchas mujeres, de modo que algunas características comunes serían: 

  • Localización: El dolor se localiza en la parte inferior del abdomen, hipogastrio, y a menudo irradia hacia la parte baja de la espalda o los muslos.
  • Inicio: Por lo general, el dolor comienza antes o al comienzo del período menstrual y puede durar de uno a tres días, aunque puede variar en duración.
  • Naturaleza del Dolor: El dolor a menudo se describe como cólico o tipo calambre. Puede ser agudo o sordo, y algunas mujeres lo describen como punzante.
  • Acompañamiento de Síntomas: El dolor menstrual a veces se acompaña de otros síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, fatiga y dolor de cabeza.
  • Disminución con el Tiempo: En el caso de la dismenorrea primaria, el dolor tiende a mejorar con la edad o después del parto.

Etiológicamente, la dismenorrea puede ser primaria o secundaria (cuando derivan de otros procesos) según los diferentes mecanismos fisiopatológicos: Por una parte, una Dismenorrea Primaria puede deberse a:

  • Contracciones Uterinas: se cree que las contracciones uterinas excesivas desempeñan un papel clave en las dismenorreas primarias. Durante la menstruación, el útero se contrae para ayudar a expulsar el revestimiento uterino (endometrio) que se ha acumulado en el ciclo menstrual anterior. En las mujeres con dismenorrea primaria, estas contracciones son más intensas y más prolongadas de lo normal. Las contracciones uterinas fuertes pueden comprimir los vasos sanguíneos en el útero, reduciendo así el flujo sanguíneo y provocando dolor.
  • Prostaglandinas: Las prostaglandinas son sustancias químicas que se liberan en el útero durante la menstruación y contribuyen al dolor menstrual. Estas sustancias pueden desencadenar contracciones uterinas más fuertes y aumentar la sensibilidad al dolor en el útero. Los AINEs (Antiinflamatorios no esteroides), como el ibuprofeno, bloquean las enzimas que producen las prostaglandinas y, de este modo, ayudan a combatir el dolor menstrual.

Por otra parte, una Dismenorrea Secundaria o derivada de unas condiciones subyacentes: En la dismenorrea secundaria, el dolor menstrual es causado por una condición médica subyacente, como la endometriosis, los fibromas uterinos o la enfermedad inflamatoria pélvica. Estas condiciones pueden causar dolor al afectar el tejido uterino o los órganos circundantes.

9. Uso Inadecuado de Mecanismos de Dolor: Dependiendo del dolor y su causa subyacente, ciertas formas de manejar el dolor (como la inactividad prolongada o el uso excesivo de ciertos tipos de medicación para el dolor) pueden empeorar el dolor a largo plazo. Veamos algunos ejemplos: 

  • Automedicación excesiva: Tomar analgésicos de manera excesiva puede tener efectos secundarios, como irritación gástrica o daño hepático, sin abordar la causa subyacente del dolor. Además, debe tenerse presente la noción de techo terapéutico: este concepto no quiere transmitir la idea de una dosis máxima diaria por encima de la cual no se consigue un mayor efecto analgésico; pero, en cambio, se pueden sufrir los efectos adversos de una excesiva ingesta de medicamentos. 
  • Lesiones autoinfligidas: Algunas personas pueden utilizar el mecanismo del dolor como una forma de lidiar con problemas emocionales o psicológicos, como la autolesión deliberada. En este caso, el dolor se convierte en una forma inapropiada de manejar el estrés, la ansiedad o la depresión.
  • Uso indebido de dispositivos de estimulación eléctrica: Algunas personas pueden intentar utilizar dispositivos de estimulación eléctrica, como TENS (neuroestimulación eléctrica transcutánea), de manera incorrecta o en exceso, lo que podría causar dolor o incomodidad en lugar de alivio.
  • Ejercicio excesivo o incorrecto: Realizar ejercicio en exceso o con una técnica incorrecta puede causar lesiones musculares y articulares, lo que lleva a un dolor crónico o agudo. A veces, las personas pueden ignorar las señales de advertencia del cuerpo y continuar ejercitándose, empeorando el dolor en lugar de aliviarlo.
  • Mala gestión del estrés: El estrés crónico puede desencadenar respuestas físicas, como la tensión muscular y el aumento de la sensibilidad al dolor. Las personas que no gestionan adecuadamente el estrés pueden experimentar dolor como resultado de esta tensión constante.

Es crucial para el manejo eficaz del dolor identificar no solo las causas subyacentes sino también los factores que lo agravan. Esto permite para minimizar estos factores, ya sea a través de cambios en el estilo de vida, ajustes en la medicación, o terapias complementarias.

Factores aliviadores del dolor

Al margen de los recursos terapéuticos que podemos utilizar en el tratamiento del dolor, existen una serie de factores que pueden contribuir a aliviar el dolor. Estos factores pueden ser de naturaleza emocional, psicológica, social o ambiental. 

  • Estrés y ansiedad: El estrés crónico y la ansiedad pueden aumentar la percepción del dolor y hacer que sea más difícil de manejar. Las personas que experimentan altos niveles de estrés y ansiedad pueden ser más sensibles al dolor. Combatirlos debe formar parte de una estrategia terapéutica de lucha contra el dolor. 
  • Depresión: La depresión puede estar relacionada con la experiencia del dolor crónico. El dolor y la depresión pueden interactuar de manera compleja, lo que hace que sea más difícil para la persona enfrentar y manejar el dolor.
  • Apoyo social: El apoyo de amigos y familiares puede desempeñar un papel importante en la forma en que alguien enfrenta el dolor. Tener un sistema de apoyo sólido puede mejorar la capacidad de una persona para sobrellevar el dolor.
  • Expectativas y creencias: Las creencias de una persona sobre el dolor y su capacidad para manejarlo pueden influir en su experiencia dolorosa. Las expectativas negativas o el miedo al dolor pueden aumentar la percepción del mismo; en cambio, unas expectativas positivas, pueden contribuir a aligerar la sensación y la carga que el dolor implica.
  • Ambiente físico: El entorno físico en el que una persona se encuentra puede influir en la percepción del dolor. Por ejemplo, estar en un lugar tranquilo y cómodo puede ayudar a reducir la percepción del dolor, mientras que un ambiente ruidoso o estresante puede empeorarla.
  • Cultura y educación: Las creencias y actitudes hacia el dolor pueden variar según la cultura y la educación de una persona. Esto puede influir en la forma en que alguien aborda y comunica su experiencia de dolor. Además, conocer cómo se produce el dolor, cuál es su mecanismo fisiopatológico, ayuda a mejorar la capacidad de enfrentamiento del dolor.
  • Efecto placebo: A veces, las personas pueden experimentar alivio del dolor simplemente porque creen que están recibiendo un tratamiento, incluso si el tratamiento en sí no tiene propiedades analgésicas. Esto se conoce como el efecto placebo.
  • Factores emocionales: Las emociones intensas, como la felicidad o la excitación, a veces pueden disminuir temporalmente la percepción del dolor, mientras que el enojo o la tristeza pueden aumentarla.
  • Expectativas culturales: Las expectativas culturales sobre el dolor y la tolerancia al mismo pueden influir en cómo una persona lidia con el dolor. Algunos contextos culturales pueden alentar la expresión abierta del dolor, mientras que otros pueden promover la resistencia silenciosa al mismo.

Es importante reconocer que el dolor es una experiencia subjetiva y compleja que puede estar influenciada por una amplia gama de factores, no todos relacionados directamente con recursos terapéuticos. Abordar estos factores externos y considerar la atención integral de la persona, incluyendo su bienestar emocional y social, puede ser esencial en el manejo efectivo del dolor. 

Dada la extensión de la temática, adjuntamos también un archivo disponible para su descarga.

Definición y características del dolor

martes, octubre 31st, 2023

En 1979, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), definió el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable relacionada con daño potencial o real de un tejido o descrita en términos de dicho daño. En cambio, con posterioridad, paso a definirlo como una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con un daño tisular real o potencial y, otorgarle los siguientes rasgos[1][2].

Rasgos característicos del dolor

  • El dolor es siempre una experiencia personal que está influenciada en diversos grados por factores biológicos, psicológicos y sociales.
  • El dolor y la nocicepción son fenómenos diferentes. El dolor no se puede inferir exclusivamente de la actividad de las neuronas sensoriales.
  • Los individuos aprenden el concepto de dolor a través de sus experiencias vitales
  • Se debe respetar el relato de una persona sobre una experiencia como dolor.
  • Aunque el dolor suele cumplir una función adaptativa, puede tener efectos adversos sobre la función y el bienestar social y psicológico.
  • La descripción verbal es sólo una de varias conductas para expresar dolor; La incapacidad de comunicarse no niega la posibilidad de experimentar dolor.

Percepción del dolor y mantenimiento anómalo de la sensación de dolor

La percepción del dolor y los mecanismos que éste pone en marcha pueden ser entendidos como parte del sistema de defensa del individuo frente a las agresiones del medio. Una adecuada respuesta por parte del sistema nociceptivo a un estímulo potencialmente lesivo permite evitar daño al individuo y, por tanto, tiene un componente positivo para la supervivencia y confort del individuo: cuando tocamos una plancha caliente y retiramos la mano al percibir el dolor, evitamos la progresión de la quemadura. Así pues, el dolor percibido lo entendemos como una señal de alerta que permite poner en marcha respuestas protectoras[3].

Sin embargo, en ocasiones, experimentamos sensaciones anómalas, como el mantenimiento de un dolor durante más tiempo del esperado para la resolución del daño que lo causó, o cuando un estímulo doloroso es desproporcional al estímulo que lo está desencadenando, como la sensación de dolor por el roce de la ropa. En ambas circunstancias, el dolor deja de ser una respuesta protectora y positiva y pasa a convertirse en una patología que requiere un abordaje médico y su correspondiente tratamiento[3].

Componentes del dolor: sensorial, cognitivo y emotivo

La llegada de los estímulos a diferentes áreas corticales del Sistema Nervioso Central, a través del sistema aferente, produce tanto una respuesta refleja, como una sensación desagradable y, también, una respuesta emocional. De ahía que se distingan tres componentes en el dolor:

  • Componente sensorial-discriminativo: son las cualidades sensoriales del dolor, como su localización, calidad, intensidad y su características en el tiempo y en el espacio.
  • Componente cognitivo-evaluativo: es el análisis e interpretación del dolor de acuerdo con lo que se siente y puede ocurrir.
  • Componente afectivo-emocional: los dos componentes anteriores se acompañan de ansiedad, depresión, temor, angustia, etc.

Las experiencias dolorosas previas, los rasgos de la personalidad del individuo y los factores socio-culturales contribuyen a que los diferentes individuos presenten y relaten de manera diferente estos tres componentes.

Referencias

[1]        IASAP, “Pain.” https://www.iasp-pain.org/resources/terminology/#pain (accessed Oct. 27, 2023).

[2]        S. N. Raja et al., “The revised International Association for the Study of Pain definition of pain: concepts, challenges, and compromises,” Pain, vol. 161, no. 9, 2020, [Online]. Available: https://journals.lww.com/pain/fulltext/2020/09000/the_revised_international_association_for_the.6.aspx.

[3]        R. Carrillo Esper, Principios de anestelogía y algología para médicos en formación. México, D.F.: Editorial Alfil, 2013.

Reserva cognitiva

jueves, abril 24th, 2014

La reserva cognitiva es un constructo neuropsicológico que se refiere a la habilidad de tolerar los cambios en las estructuras cerebrales relacionados con la edad o una patología dada. Esta “habilidad” permitiría al cerebro de alguno modo compensar las consecuencias de una patología dada (Alzheimer, demencia senil,…), sin llegar a presentar los síntomas clínicos correspondientes a la enfermedad o a la edad.

Un símil en modo alguno correcto consistiría en decir que podemos tener los genes correspondientes a una enfermedad dada, pero que dado nuestro estilo de vida nunca llegaremos a padecer dicha patología. Sin embargo, aquí la diferencia es sustancial porque sí que se llegan a desarrollar los síntomas clínicos de la enfermedad, pero el paciente consigue compensarlos de modo que, de hecho, no llega a padecerlos. Algunos autores, como Yaakov Stern (2010), llegan a considerar que la reserva cognitiva parece ser un cambio en la estructura misma del cerebro y de sus forma de procesamiento de la información. Evidentemente la gran incógnita es cómo llegar el cerebro a tales resultados.

Para Xiangfei Meng y Carl D’Arcy (2012), la Reserva cognitiva (CR) explica por qué las personas con mayor coeficiente intelectual, educación o nivel ocupacional tienen un menor riesgo de desarrollar demencia, enfermedad de Alzheimer (EA) o la demencia vascular (DV). En su trabajo también postulan la hipótesis de que CR reduce la prevalencia e incidencia de la Enfermedad de Alzheimer (EA) o demencia vascular. Asimismo, plantean la hipótesis de que entre los que tienen una mayor reserva cognitiva inicial (en contraste con los que tienen menos reserva), la ulterior manifestación de los síntomas se acompaña de una mayor patología cerebral. La aparición de la enfermedad clínica provoca consiguientemente una disminución más rápida en la cognición, y un aumento de la mortalidad entre las personas con mayor reserva cognitiva inicial.

Parece ser que la progresión de la enfermedad sigue caminos patológicos y clínicos claramente separados según la Reserva cognitiva del individuo.

No obstante, podemos tener la duda de si existe algún eslabón en el razonamiento que no se ha tenido en cuenta y existe alguna evidencia que no se ha tenido en cuenta o no se consigue interpretar correctamente. En este caso, la reserva cognitiva sería una explicación ad hoc para salir del paso para justificar una inconsistencia entre las teorías y explicaciones al uso y la evidencia empírica. En todo caso, las investigaciones futuras permitirán resolver esta cuestión.

L. Coge

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Fuentes:

Xiangfei Meng & Carl D’Arcy (2012), Education and Dementia in the Context of the Cognitive Reserve Hypothesis: A Systematic Review with Meta-Analyses and Qualitative Analyses, PLoS ONE, Vol 7 Issue 6, 1-16 Published: June 04, 2012DOI: 10.1371/journal.pone.0038268

Yaakov Stern (2010), Cognitive Reserve, Neuropsychologia. Aug 2009; 47(10): 2015–2028. Published online Mar 13, 2009. doi: 10.1016/j.neuropsychologia.2009.03.004, ; available in PMC Aug 1, 2010

 

(C) Imagen: Fotalia.com

Memoria implícita y reflejos condicionados

miércoles, septiembre 4th, 2013

Luca Coge

La memoria implícita, como hemos visto en una entrada anterior, incluye, entre otros, el aprendizaje no asociativo y el aprendizaje asociativo. El primero contiene la habituación y la sensibilización; y, el segundo el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante.

Habituación y sensibilización

La habituación es una forma de aprendizaje que se produce cuando un estímulo neutro se repite varias veces. La primera ocasión que el estímulo se aplica, la novedad desencadena una reacción. Con las repeticiones, sin embargo, las respuestas eléctricas que desencadena se van reduciendo y, eventualmente, el sujeto acaba por ignorar el estímulo. “Cuando nos habituamos a un estímulo dejamos de prestarle atención”

La sensibilización es en cierto modo la reacción contraria. Cuando un estímulo se repite acaba produciendo una respuesta cada vez más fuerte. Se asocia con estímulos agradables o desagradables. “Somos más sensibles al estímulo”.

La habituación es un ejemplo de aprendizaje no asociativo: el organismo adquiere una información con un único estímulo. En cambio, en el aprendizaje asociativo, el organismo aprende la relación que existe entre dos estímulos. El mejor ejemplo de este tipo de aprendizaje es el reflejo condicionado.

Reflejo condicionado

Los experimentos de Pavlov consistían en el estudio de la salivación de los perros al ingerir carne. Pero antes de la ingesta del alimento, hacía sonar una campana. Esta secuencia campana-alimento-salivación se repetía sucesivamente, de modo que, llegado un momento, la salivación se producía sólo con el sonido de la campana, sin que se alimentase al perro. El estímulo incondicional (o incondicionado) es el alimento; es decir, el producto que normalmente genera una respuesta (la salivación). El estímulo condicionado es el sonido de la campana. Tras un número determinado de repeticiones, de asociaciones entre el estímulo condicionado y el estímulo incondicionado, el estímulo condicionado acaba provocando la respuesta que, en un principio, sólo desencadenaba el estímulo incondicionado.

El reflejo condicionado es una respuesta refleja a un estímulo que ante no la desencadenaba o muy escasamente.

Esta descripción se corresponde al denominado condicionante clásico. La salivación no es la única respuesta surgida de un reflejo condicionado. También es posible una amplitud de respuestas viscerales: modificaciones de la frecuencia cardiaca, de la tensión arterial,…

Si se presenta reiteradamente el estímulo condicionado sin el estímulo incondicionado, el reflejo condicionado acaba agotándose y desapareciendo. Se produce un proceso que se conoce como extinción o inhibición interna. Si el animal es distraído inmediatamente después de aplicar el estímulo condicionado con un estímulo externo, la respuesta condicionada puede llegar a no aparecer. Se trata en estos casos de una inhibición externa.

Tras el agotamiento o la extinción, el reflejo condicionado también puede reforzarse por una nueva asociación entre estímulo condicionado y estímulo no condicionado.

El establecimiento de los reflejos condicionados es difícil salvo que los estímulos incondicionados se asocien a sensaciones agradables o desagradables. Surgen los refuerzos positivos, agradables o de recompensa o los refuerzos de huida, negativo o desagradable.

Condicionamiento operante

El condicionamiento operante es una forma de condicionamiento en el que se enseña al animal a realizar una tarea (actuar sobre su entorno) para obtener una recompensa o para evitar un castigo. El estímulo incondicional, en este caso, es el acontecimiento agradable o desagradable, mientras que el estímulo condicional puede ser una señal luminosa o un sonido. Las respuestas motrices condicionadas que permiten al animal evitar los efectos negativos o desagradables se denominan reflejos de huida.

El condicionante de aversión para un alimento determinado juega un papel muy importante de cara a evitar los venenos. Es posible que el cerebro esté organizado genéticamente para facilitar el establecimiento de este tipo de respuesta de rechazo.

 

Hasta luego y buena suerte

La memoria implícita y la memoria explícita

lunes, septiembre 2nd, 2013

Luca Coge

La memoria es la retención y almacenaje de información. Desde un punto de vista psicológico, se diferencia entre la memoria implícita y la memoria explícita. Esta última también se denomina memoria declarativa, de reconocimiento. Está asociada a la consciencia o, al menos, a la percepción consciente. La retención de su contenido depende del hipocampo y de determinadas partes de los lóbulos temporales del cerebro. La memoria explícita se divide en:

  • memoria episódica o de acontecimientos
  • memoria semántica, de palabras reglas, del lenguaje,…

Por su parte, la memoria implícita es independiente de la consciencia y se denomina no declarativa. En la retención de la información no participa el hipocampo. Incluye las habilidades, los hábitos y los reflejos condicionados.

Existe memoria explícita que puede convertirse con el tiempo y el aprendizaje en memoria implícita, como es el ir en bicicleta.

Tipos de memoria
Explícita
Episódica
Semántica
Implícita
No asociativa: adquisición de hábitos; sensibilidad
Asociativa: condicionante clásico; condicionante operativo
Habilidades y hábitos
Efecto primado

La memoria explícita y parte de las modalidades de la memoria implícita incluyen:

  • el almacenamiento temporal de la información en la memoria a corto plazo o memoria de trabajo, cuya duración es de unos segundo o minutos
  • un periodo de tratamiento en el hipocampo o en otras áreas que permite prolongar la duración de la información
  • la memoria a largo plazo que persiste varios años o, en algunos casos, toda la vida.

 

 

Hasta luego y buena suerte

La neurología de la risa

domingo, noviembre 20th, 2011

Luca Coge

La risa cuenta se manifiesta en múltiples contexto que van más allá de la expresión de alegría. El humor o la burla, junto con la falsa risa o la risa simulada son otras ocasiones en que se presenta. En esta entrada se recoge diversos elementos del trabajo de Manuel Arias publicado en la Revista Neurología titulado “Neurología de la risa y del humor: risa y llanto patológicos”.

Anatomía de la risa

Como muchas otras expresiones humanas, la risa cuenta con un soporte anatómico, sobre todo porque produce cambios transitorios en la expresión facial. Estos cambios están propiciados por la contracción de determinados músculos: la comisura bucal se desplaza hacia atrás y arriba (con intervención del músculo cigomático mayor) y la hendidura palpebral se estrecha y aparecen arrugas (con la participación del orbicular de los párpados); y, se acompañan de emisión de sonidos particulares y variaciones en los movimientos de la respiración, producidos por la activación de otros músculos faciales, laríngeos y respiratorios (contracción clónica de músculos implicados en la espiración).

 

Para Manuel Arias, hoy se postula que existe un centro coordinador de la risa (también del llanto). Este centro se situaría en la parte dorsal de la unión del mesencéfalo con la protuberancia, en el seno de la sustancia gris periacueductal y la formación retícula.

Un centro coordinador de la risa

El centro coordinador de la risa mantiene conexiones con el cerebelo, hipotálamo, tálamo, ganglios basales, y lóbulos temporal y frontal. Este centro -gelástico mesencefalopontino- activará sincrónicamente los núcleos de los pares craneales que inervan los músculos implicados (expresión facial, vocalizaciones, espiración clónica) y los que determinan los fenómenos vegetativos asociados.

El centro gelástico mesencefalopontino está sometido al influjo de tres sistemas:

–        Un sistema inhibidor que parte de la corteza premotora y motora, pasa por los pedúnculos cerebrales y se sitúa en la porción ventral del tronco cerebral.

–        Un sistema excitador que proviene del córtex prefrontal, del lóbulo temporal basal (amígdala incluida), del tálamo y los ganglios basales, y del hipotálamo.

–        Un sistema modulador que arranca del cerebelo, que mantiene conexiones con el sistema límbico (corteza ventromedial prefrontal, cíngulo anterior, amígdala, estriado ventral), con el córtex premotor y motor, y con el hipotálamo y la sustancia gris periacueductal.

De la risa a la carcajada

El cerebelo, de un modo inconsciente y automático, en base a la información que recibe de los aspectos cognitivos y sociales (córtex) y de los aspectos emocionales (sistema límbico), actuaría como modulador sobre un hipotético umbral de respuesta.

En diversos estudios de estimulación de la corteza cerebral se ha desencadenado risa al estimular la amígdala, la corteza frontal, las circunvoluciones cingular anterior, fusiforme y parahipocámpica, y también el hipotálamo.

La percepción y vivencia emocional de una situación de humor, que no tiene por qué ir acompañada siempre de risa, es una función multifactorial que implica a muchas otras funciones cerebrales y conecta el mundo externo con el mundo interno del individuo: atención, memoria de trabajo, flexibilidad mental, evaluación emocional, abstracción verbal, sentimiento emocional de valencia positiva.

Humor

Las activaciones del buen humor

En pasadas décadas, se ha considerado que la indemnidad del lóbulo frontal derecho es crítica para el procesado e integración de los aspectos cognitivos y afectivos que caracterizan al humor, una función típica del cerebro humano, que, actuando como una recompensa intrínseca, mitiga el estrés y el dolor, y facilita las relaciones sociales.

No obstante, en estudios de resonancia magnética funcional se ha comprobado que el humor activa la región tegmental y el estriado ventrales, regiones claves en el circuito dopaminérgico de la recompensa, que están conectadas con la amígdala y el córtex insular. Un paso previo al aspecto de la recompensa es la percepción de la incongruencia/contradicción. Esta función perceptiva del humor implicaría a la unión temporoparietooccipital y al córtex prefrontal izquierdos, aunque varía según el tipo de estímulo (lenguaje, visual). Cuando el humor se asocia a risa, entrarían en juego los lóbulos temporales basales.

Las distintas personalidades y las diferencias de humor

Parece que existen diferencias entre mujeres y hombres en el procesado del humor. La personalidad previa (una expresión del mundo interno) puede influir en el procesado del humor: el extrovertido, frente al introvertido, activa más las regiones implicadas en la percepción, y el emocionalmente estable, frente al neurótico, activa más el sistema de recompensa.

En lo que se refiere al sexo y en lo que concierne al humor se ha observado que ellas activan más el córtex prefrontal izquierdo y también el sistema mesolímbico de la recompensa.

Aunque los estudios de neuroimagen funcional no parecen confirmar el papel relevante del lóbulo frontal derecho en el procesado cerebral del humor, determinados estudios han encontrado una disminución de la activación de la porción orbitofrontal de dicho lóbulo, que sería la responsable de la desinhibición de la expresión facial, hecho que reconciliaría las teorías clásicas con los estudios de neuroimagen.

En esencia, el procesado del humor implica a actos cognitivos, afectivos y volitivos relacionados con distintas zonas de la corteza cerebral.

 

Hasta luego y buena suerte

La Neurociencia del acto de compra

viernes, septiembre 16th, 2011

Las personas que responden a un cuestionario de un estudio de mercado pueden ser honestas y decir la verdad en todos los casos. Pero la práctica muestra que existe un puñado de razones que hacen que se tienda a responder cosas diferentes a las que se piensan o se dicen. También, la experiencia y el análisis han mostrado que las pruebas de polígrafo están lejos de ser infalibles.

En cambio, un neurocientífico nos dirá que las imágenes de un electroencefalograma no mienten. Si ante la imagen de un producto o una marca: si se produce un aumento de actividad en la corteza prefrontal izquierda, el individuo se siente atraído por la imagen en cuestión; en cambio si el incremento se produce en la corteza prefrontal derecha, la sensación experimentada es la contraria: la imagen es motivo de desagrado.

Además si se activan las áreas relacionadas con la memoria, las probabilidades de que el individuo en cuestión transforme su sensación en un acto de compra son mayores que si dichas áreas permanecen inertes. De hecho, empresas como General Motors, BMV, Ford Europa, DaimlerChrysler,… utilizan las técnicas de imaginería para estudiar el comportamiento cerebral del consumidor. Podría decirse que están sumamente interesadas en la Neurociencia del acto de compra.

En 2003, la revista Forbes se hacía eco de este interés con un artículo titulado “In Search of the Buy Button” de Melanie Wells. Dicho artículo nos sirve de base para elaborar esta entrada.

Los publicitas apelan tanto a las emociones como a la razón en sus intentos por convencer a los consumidores. Se utiliza tanto el humor, el suspense, la angustia, el miedo,… Ahora el propósito parece dirigido a encontrar sino el botón activador, sí los circuitos que se activan cuando tomamos la decisión de adquirir un producto o un servicio. Luego, se trata de encontrar el color, el aroma, el envase, la etiqueta y embalaje, o la publicidad que lo activen. El tercer paso es nuestro: comprar.

Si somos pura química orgánica en disolución acuosa, solo se trata de encontrar el mecanismo que desencadene la actividad cerebral y la transmisión neuroquímica relacionados con la memoria y con la acción. James Bailey, profesor de comportamiento organizacional de la Universidad George Washington, considera que en un futuro estaremos en condiciones de establecer el contenido de la campaña publicitaria o el diseño del producto capaces de desencadenar tal mecanismo.

Gerald Zaltman, profesor emérito en la Escuela de Negocios de Harvard y autor de ¿Cómo los clientes piensan?, piensa el mismo que parte de nuestro comportamiento está impulsado por cosas distintas a nuestro conocimiento.

Conocer que partes de nuestro cerebro están involucradas en la formación de nuestras preferencias y en la toma de decisiones es de sumo interés para las empresas, las organizaciones y las administraciones. Este interés cubre un amplio espectro de cuestiones. Por ejemplo, haciendo uso de distintas tecnologías, entre ellas la resonancia magnética, se estudian los cerebros de los conductores para diseñar dispositivos de navegación y advertencia que permitan mejorar la seguridad de los vehículos. Otras investigaciones persiguen mejorar las campañas de comunicación mercadológica de las empresas.

En estos otros casos, los mecanismos involucrados en principio no son totalmente complejos. Por ejemplo, si se distribuyen muestras de un producto durante un período festivo y de diversión (las vacaciones), los consumidores pueden construir una asociación entre el producto y el bienestar, de modo que consumirán el producto para buscar un poco de felicidad. Aquí están encerradas cuestiones fundamentales que se encuentran en el interrogante acerca de s si ¿lloramos porque estamos tristes o estamos tristes porque lloramos?

Tristeza y felicidad son dos de las emociones que están presentes en nuestra elaboración de preferencias y en nuestra toma de decisiones. Antonio Damasio, en su libro El error de Descartes, afirma que las emociones son fundamentales en nuestro pensamiento efectivo y para decidir.

Los responsables de Kellogg también están de acuerdo en este tipo de consideraciones, al mismo tiempo que altamente interesados en saber cómo decide la mujer actual, cómo establece el equilibrio decisional entre la ingestión de alimentos y el cuidado de la línea corporal.

Pero a la hora de decidir qué nos gusta o qué comprar, no estamos solos. Lejos de ello. En nuestras elaboraciones intervienen nuestras emociones, nuestros razonamientos y, también, los efectos de la presencia (mediata o inmediata) de los demás. Las preferencias también son interdependientes, en contra de la opinión de la teoría económica estándar. Nuestra percepción y valoración pueden llegar a modificarse por la mera dinámica del grupo.

 

Hasta luego y buena suerte

 

Referencias:  Wells, M. (2003). In Search of the Buy Button. Forbes.

© Imágenes: Microsoft

El gen de las nuevas conexiones entre las neuronas y la memoria

sábado, septiembre 3rd, 2011

Luca Coge

Un solo gen, el que regula cómo las neuronas forman nuevas conexiones, afecta a la memoria y el aprendizaje. Benjamin R. Carlson et al. han publicado un trabajo en la revista Journal of Neuroscience en el que se muestra que la baja presencia del gen WRP en ratones se asociaba a un empeoramiento del aprendizaje y de la memoria. El trabajo titulado “WRP/srGAP3 Facilitates the Initiation of Spine Development by an Inverse F-BAR Domain, and Its Loss Impairs Long-Term Memory“, apareció en el número del 16 de febrero de 2011 (31-7).

Los autores realizaron experimentos in vitro con neuronas demostrando que las células enriquecidas con el gen WRP (WAVE1-associated Racactivating protein) formaron muchos filopodios, mientras que la ausencia de este gen afecta a la producción de estas protuberancias y, por lo tanto, al número de sinapsis. Los filopodios ayudan al progreso del extremo del axón, al movimiento del cono de crecimiento y, con ello, a la extensión del axón. Es el contacto de los filopodios con otras células y con la matriz extracelular la responsable de la acción de guía de los filopodios. De hecho, el cono de crecimiento se mueve en la dirección en la cual sus filopodios producen los contactos más estables. Algunas señales pueden promover la extensión del axón, otras la inhiben al provocar el colapso del cono de crecimiento. La extensión y retracción de los filopodios comprende el ensamblaje y desensamblaje del citoesqueleto de actina.

La deformación de la membrana plasmática es un fenómeno producido frecuentemente por proteínas que contienen dominios BAR. Estos dominios forman estructuras curvadas que interactúan con los lípidos de la membrana provocando la curvatura de la misma. Algunas de estas proteínas también interactúan con otras involucradas en la regulación de la polimerización de la actina, contribuyendo con ello a la coordinación entre citoesqueleto y membrana. WRP interactúa con este tipo de proteínas facilitando la remodelación y la inversión del dominio BAR. Una causa de protusión de la membrana.

Carlson et al. han encontrado que en cultivos de neuronas que WRP se localizaba en los filopodios dendríticos y en las espinas de las dendritas. La sobreexpresión de WRP comportaba un aumento de la densidad de los filopodios, mientras que la reducción de estos reduce la maduración de las espinas in vivo.

En estudios en ratones con y sin el gen WRP, los investigadores fueron capaces de ver las diferencias de comportamiento en el reconocimiento de un juguete desconocido frente a un juguete conocido. Los ratones portadores del gen necesitaban poco tiempo para reconocer un juguete que habían visto previamente, mientras que los ratones knock-out (ratones modificados por ingeniería genética) necesitaban el mismo periodo de tiempo independientemente de que conociesen o no el juguete, hecho que sugiere que los ratones sin el gen WRP mostraban dificultades en el aprendizaje. La incorporación de la proteína WRP en las neuronas permitió la formación de filopodios en las neuronas, que posteriormente formaron nuevas sinapsis.

Bajos niveles de WRP reduce los logros de diferentes tareas que involucran la memoria a largo plazo, pudiendo por ello explicar por qué las mutaciones en WRP se han vinculado con el retraso mental en humanos.

Hasta luego y buena suerte

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Imagen ratones knock-out: NIH Planning Meeting for Knockout Mouse Project at genome.gov, Autor: User FloNight on en.wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:PCWmice1.jpg

Portada de la revista The Journal of Neuroscience, http://www.jneurosci.org/content/31/7.cover.gif

Sustancia blanca y funciones cognitivas

domingo, agosto 7th, 2011

Luca Coge

Las fibras nerviosas pueden estar mielinizadas o no, cuando lo están se denominan sustancia blanca y, en caso contrario, sustancia gris. La mielinización incrementa la velocidad de transmisión. Por ello, tradicionalmente, la sustancia blanca se ha asociado con la velocidad de procesamiento de la información. Algunos autores consideran que se trata de una función de conectividad. Esta sería la capacidad de conectar diferentes regiones del cerebro de forma eficaz.

Tirapau-Ustarroz, Luna-Lario, Hernáez-Goñi, & García-Suescun ( 2011) presentaron un artículo de revisión sobre las relaciones entre la sustancia blanca y las funciones cognitivas en la Revista de Neurología. En esta entrada recogemos parte del contenido de dicho trabajo

Sustancia blanca y cognición

En los últimos años, ha ido surgido un conjunto de trabajo que relaciona la sustancia blanca con diferentes procesos cognitivos; en este sentido ciertas alteraciones neuropsicológicas serían el resultado del efecto profundo que los trastornos de la sustancia blanca pueden tener sobre la cognición y la emoción.

La potencia de computación básica del cerebro, sin duda, se encuentra en las neuronas individuales y en su acción colectiva. Para esta acción de conjunto es fundamental la conectividad de la sustancia blanca. De este modo, la sustancia blanca contribuye a la formación de redes a gran escala que caracterizan el cerebro humano y el pensamiento.

En la formación de redes, el resultado final es mayor que la mera adicción de las partes. Por esta razón, las modificaciones modestas en la sustancia blanca pueden ocasionar grandes cambios en la capacidad cognitiva.

Sustancia blanca y redes neurales

Los trastornos de la sustancia blanca comportan directamente la noción de las redes neurales distribuidas. Las redes consisten en conjuntos dispersos de neuronas dedicadas a funciones neuroconductuales concretas. Se han correlacionado una serie de trastornos con alteraciones en la sustancia blanca.

Adicionalmente, se ha sugerido que se requiere que estos cambios sobrepasen un determinado umbral para que se evidencie deterioro cognitivo. Lo cual podría indicar, dada su naturaleza de red, existen mecanismos de compensación que dejarían de actuar a partir de un nivel de deterioro.

Dislexia y sustancia blanca

En términos coloquiales, se considera a la dislexia como una dificultad en la lectura que dificulta la comprensión lectora. Los pacientes con dislexia presentan reducciones en los volúmenes de sustancia gris.  Steinbrink et al hallaron correlaciones significativas entre la anisotropía de las sustancia blanca y la velocidad de lectura.

Para Tirapu-Utsárroz et al, estos resultados proporcionan una fuerte evidencia de un síndrome de disfunción de las áreas corticales correspondientes para la lectura y la ortografía. Se sugiere, con ello, que este desequilibrio de la comunicación neuronal entre las respectivas áreas del cerebro podría ser el punto crucial para el desarrollo de dislexia.

Sustancia blanca y déficit de atención

Se ha encontrado igualmente que un menor volumen de sustancia blanca frontal derecha se correlaciona con una variación en la atención sostenida de niños que presentan trastorno por déficit de atención.  Este trastorno de alta prevalencia, se caracteriza por distracción moderada a severa, con períodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.  La base genética se ha vinculado, en parte, con genes que codifican receptores dopaminérgicos o proteína transportadora de dopamina.

Mientras que el trastorno por déficit de atención se ha vinculado a un déficit en la sustancia blanca, en el autismo se ha observado un aumento del volumen de la sustancia blanca hemisférica en todos los lóbulos cerebrales. Los principales signos y síntomas del autismo afecta la comunicación, las interacciones sociales y las conductas repetitivas. No obstante, dadas las diferencias entre síntomas y características de las personas con autismo, se le considera un trastorno espectro.

Sustancia blanca y velocidad de procesamiento de la información

Las técnicas de neuroimagen hay hecho posible detectar una asociación entre la presencia o el grado de cambios en la sustancia blanca y el declive en las funciones frontales, como la velocidad de procesamiento de la información. La sustancia blanca se relacionó con la memoria episódica, la velocidad de procesamiento y la función ejecutiva.

La función ejecutiva es un conjunto de operaciones cognoscitivas sustentadas por la actividad de los sistemas más complejos de los lóbulos frontales. Estas operaciones se encargan de la programación, la fijación de metas, la clasificación, la iniciación, la ejecución, la vigilancia, los cambios flexibles y la confrontación de todas las funciones mentales ( (Pineda, 2000).

La memoria episódica representa eventos o sucesos relativos a detalles de situaciones vividas. Son recuerdos de momentos y lugares en que se presentaron los eventos y que sirven para organizarlos. Generalmente, se contrapone a la memoria semántica. Esta se almacenaría los significados de las palabras y de las relaciones de significados; la organización y recuperación de la información se lleva a cabo a partir de su significado, mientras que la memoria episódica éste no interviene en su organización y recuperación.

La negligencia es una falla en la orientación, la actuación o la respuesta ante un estímulo. No se considera que sea el resultado de una disfunción de una sola área cortical. El daño de las largas vías de la sustancia blanca que unen áreas parietales y frontales en el hemisferio derecho puede constituir un antecedente crucial en la fisiopatología de la negligencia. De ahí que se haya propuesto una teoría de desconexión intra e interhemisférica influyente en su aparición.

La disminución señalada en la velocidad de procesamiento implica mayor ineficacia en todas las tareas a las que se enfrenta el resto de las funciones superiores como consecuencia de una codificación menos eficaz de los estímulos. Sin embargo, se desconoce si este enlentecimiento afecta de igual modo a todos los procesos cognitivos o a unos de manera más intensa que a otros.

 

Hasta luego y mucha suerte

 

Referencias citadas

Pineda, D. (2000). La función ejecutiva y suss trastornos. (www.revneurol.com, Ed.) Revista de Neurología, 30(8), 764-768.

Tirapau-Ustarroz, J., Luna-Lario, P., Hernáez-Goñi, P., & García-Suescun, I. (2011). Relación entre la sustancia blanca y las funciones cognitivas. (www.revneurol.com, Ed.) Revista de Neurología, 52(12), 725-742.

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