Existe un camino intermedio entre el autoritarismo y la permisibilidad. La educación equilibrada no se sustenta tanto en reglas rígidas como en criterios básicos para la conducción emocional. Uno de ellos se refiere a la forma en que nos enfrentamos a las emociones de los demás. John Gottaman estableció cuatro estilos diferentes.
El estilo despreciativo o condenatorio conduce a que los niños aprendan que sus sentimientos son inapropiados, pueden llegar a pensar que algo está mal. Con el estilo no intervencionista, la aparente empatía de los padres para con los hijos, comporta igualmente una incapacidad de aquellos para afrontar con la debida medida las emociones negativas.
Este no afrontamiento puede conducir al miedo, pero sobre todo a no sacar provecho de estas emociones en términos de capacidad de afrontamiento y resolución. En cierto modo, puede decirse que las emociones negativas, no hay que evitarlas y, sobre todo no hay negarlas; ante todo hay que abordarlas y, para ello, es necesario tener, individual y socialmente, los recursos y capacidades. No se nace con estos recursos y capacidades, hay que adquirirlos de la experiencia ajena o de la propia.
El estilo competente, además de aceptar los sentimientos y emociones de próximos y, especialmente, de los hijos, se diferencias de los no intervencionistas. Son conscientes que las emociones son oportunidades: escuchan, enseñan a encauzar los sentimientos y las emociones, buscan posibilidades de positivar las situaciones. Los conflictos y los problemas se resuelven, las emociones se regulan. Y, para todo ello se requieren habilidades y destrezas, llamadas a veces sociales, otras simplemente inteligencia emocional.
Hasta luego y buena suerte
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