Inteligencia y emociones: una nota previa

Por Luca Coge

El sistema nervioso reviste una gran complejidad en su intervención en los procesos mentales y las acciones de control que realiza. Es el receptor de millones de datos de los distintos órganos de los sentidos que, luego, integra, para a continuación, dar respuestas que el cuerpo realiza. En los seres humanos, existen tres niveles principales del sistema nervioso con atributos funcionales particulares:

  • El nivel espinal o medular,
  • El nivel encefálico inferior o subcortical y
  • El nivel encefálico superior o cortical

La médula espinal es una vía que conduce las señales desde la periferia del cuerpo hacia el encéfalo (aferente) o desde éste hacia el cuerpo (eferente). Pero también los circuitos neuronales de la médula originan el movimiento de la marcha; los reflejos de retirada de una parte del cuerpo cuando recibe un estímulo doloroso; los reflejos de contracción forzada de las piernas para sostener el cuerpo contra la acción de la gravedad; y, los reflejos que regulan los vasos sanguíneos, los movimientos gastrointestinales y los reflejos que controlan la excreción urinaria. Con frecuencia, los niveles superiores del sistema nervioso no actúan enviando directamente señales a la periferia del cuerpo, sino enviando señales a los centros medulares de control, ordenando a los centros espinales que lleven a cabo las funciones.

Las áreas inferiores del encéfalo realizan la mayoría de las actividades del organismo denominadas subconscientes. Son las áreas situadas en el bulbo raquídeo, la protuberancia, el mesencéfalo, el hipotálamo, el tálamo, el cerebelo y los ganglios basales. Así, el control inconsciente de la presión arterial y de la respiración radica principalmente en el bulbo y en la protuberancia. El mantenimiento del equilibrio es una función mixta del cerebelo y de la sustancia reticular del bulbo, la protuberancia y el mesencéfalo. Los reflejos de la alimentación, por ejemplo, o la acción de lamerse los labios están gobernados por áreas del bulbo, la protuberancia, el mesencéfalo, la amígdala y el hipotálamo; en muchos modelos de conducta emocional, como la ira, la agitación, las respuestas sexuales, la reacción al dolor y la reacción al placer, pueden producirse en los animales tras la destrucción de la corteza cerebral. Serían pues unas áreas propicias para las emociones.

La corteza cerebral, el nivel cortical, es un almacén de la memoria de grandes dimensiones. La corteza nunca funciona sola, sino que lo hace en asociación con los centros inferiores del sistema nervioso. Sin la corteza cerebral, las funciones de los centros cerebrales inferiores son, a menudo, imprecisas. El enorme depósito de datos que se conserva en ella suele convertir esas funciones en operaciones determinantes y llenas de precisión. La corteza cerebral resulta esencial para la mayoría de los procesos mentales que llevamos a cabo. Pero no puede funcionar en solitario. De hecho, son los centros encefálicos inferiores y no la corteza los que inician el despertar de la corteza cerebral, abriendo así su banco de recuerdos a la maquinaria pensante del cerebro. En este sentido, puede pensarse que la apertura del mundo de la información almacena para su empleo por parte de la mente puede pase en ocasiones por las emociones. Las emociones colaboran con la acción de los niveles superiores del sistema nervioso. Cómo y en qué medida serán cuestiones que abordaremos en posteriores entradas.

 

Hasta luego y buena suerte.

 

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Fuente:

  • Texto: Guyton and Hall Textbook of Medical Physiology, Elsevier.

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